Fachada de las Capas Seseña, en el número 23 de la calle de la Cruz
Fachada de las Capas Seseña, en el número 23 de la calle de la Cruz - BELÉN RODRIGO

La capa española con la que está enterrado Picasso

El comercio Seseña es referencia mundial en la confección de la prenda que se ha convertido en icono de elegancia y modernidad

Madrid Actualizado: Guardar
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Valle Inclán, Pío Baroja, Manuel Machado, Primo de Rivera y Alfonso XIII son algunos de los ilustres personajes españoles que lucieron en vida la capa castellana considerada un icono de elegancia y modernidad. Desde 1901 la familia Seseña confecciona de manera artesanal esta prenda de vestir que cada vez tiene más seguidores por todo el mundo. Hemos visto sus modelos en artistas como Bruce Springsteen, Hillary Clinton, Rodolfo Valentino, Plácido Domingo, Catherine Deneuve o Federico Fellini. Y Pablo Picasso está enterrado con una capa de Seseña. El torero Dominguín le regaló una en vida y otra su mujer. Al morir, su amigo y barbero Eugenio Arias le envolvió con una de ellas en su tumba.

El negocio comenzó con Santos Seseña, natural de Toledo, que emigró a Madrid siendo muy jovencito y se puso a trabajar como aprendiz de sastre en la calle de la Cruz, una zona de la capital que a finales del siglo XIX estaba llena de sastrerías.

Se casó con la hermana de su jefe y pronto decidió abrir su propio negocio, en la misma calle, una sastrería generalista que apostó por la capa cuando comenzaba a desaparecer. Años más tarde, en 1927, Santos decide abrir una sucursal para su hijo Tomás, a escasos metros de su tienda, y que es hoy la que permanece abierta en el número 23 de la calle de la Cruz. «Mi abuelo Tomás estudió Derecho y al hacerse cargo del negocio ayuda a expandir la capa en ambientes más selectos. Empezó además a abrir mercado internacional», recuerda Marcos Seseña, bisnieto del fundador, y hoy responsable de la tienda. Con los años 50 llegan los actores extranjeros que se convierten también en distinguidos clientes de Capas Seseña, como es el caso Gary Cooper.

Santos y Tomás, padre e hijo, fallecen antes de los años 60, y fue la viuda del fundador, Conchita, quien se queda al frente por un tiempo. Con su hijo Enrique, que acabaría heredando el negocio, decide dos cosas muy importantes, «por un lado dejan la sastrería generalista y se dedican exclusivamente a las capas, y por otro realizan capas para mujer», subraya Marcos Seseña. Ambos son el punto de partida de una nueva etapa de las capas. Conchita «aflora su creatividad para la línea femenina y mi padre, que estudió Derecho y Empresariales, decide abrir dos sucursales en Argensola y en la Puerta de Toledo». Ambas están ya cerradas. En el 98 Capas Seseña ya contaba con su tienda online, cuando se utilizaba poco Internet, y gracias a este canal ahora se venden para todo el mundo.

Lana de Béjar

«La capa está siempre de moda, es un fondo de armario», comienza por explicar Marcos Seseña. Después de estar en la dirección financiera de dos fundaciones, se convirtió hace cuatro años en el CEO del negocio familiar, una vez jubilado su padre. Contrató a una directora creativa y tiene como objetivo «conservar la esencia de las capas Seseña incorporando el estilo moderno para atraer al público más joven».La cuarta generación de los Seseña no tiene dudas de que la capa es el abrigo más sencillo del mundo y el más cómodo que «se puede utilizar para cualquier ocasión y da elegancia y distinción a quien la viste. Convive perfectamente con cualquier look y los nuevos modelos son muy funcionales, con capucha y bolsillos, por ejemplo». Por eso cree que es una prenda para lucir y que «todo el mundo debería tener una capa en el armario».

La capa clásica de Seseña, que representa el 65% de las ventas de esta tienda, está hecha con tejido de lana de Béjar. Carmen, la cortadora, se ocupa de diseñar el patrón con tiza sobre el paño. «Hay que realizar un redondeo con la tijera y no es fácil porque una capa no lleva bajo ya que la lana no se deshilacha. Hay que hacer un buen juego de muñeca», explica a ABC. En total se utilizan cinco metros de lana para elaborar una capa y se desperdicia poco tejido. Petri es la costurera de la tienda hace 46 años y se ocupa de todas las capas tradicionales. Con los modelos nuevos trabajan con talleres profesionales de Madrid. Hay dos medidas básicas a la hora de confeccionar la capa: el cuello y la longitud. Existen cinco largos de capa. «Tradicionalmente se llevaba cuatro dedos por debajo de la rodilla», cuenta Carmen, «pero ahora se llevan más cortas, resultan más cómodas aunque esto va por modas».

Antiguamente las personas con posibles lucían tres capas al día, «azul de día, marrón de tarde y negro de noche». El embozo es de terciopelo de algodón, muy suave para el tacto con la cara, y en la mayoría de los casos es granate. Tienen esclavina (sobrecapa en los hombros) que hace el vuelo completo y llevan broches charros, que se hacen en un taller de Salamanca. En función de la calidad de la capa pueden ser de plata de ley (cuando la capa es 100% algodón) o de latón plateado (cuando tienen 80% de lana).

El paño de la capa está tan prensado que no deja pasar el aire. Gracias a sus propiedades minerales permite repeler las primeras gotas de agua pero tal y como recuerdan en la tienda «no es la prenda adecuada para los días de lluvia». Para guardarla, «colgada por encima de una americana» y para limpiarla «en seco y en una tintorería de confianza».

Una capa es una prenda para toda la vida. «Aquí también las reparamos, hace poco nos trajeron una de 1914», comenta Marcos. El público de esta tienda es muy variado. Por un lado están aquellos que quieren evocar a personajes del pasado como Picasso o Buñuel y por otro un público joven que aprecia esta prenda y a la vez busca algo funcional. Sin olvidar la mujer, «que se ha aficionado a esta prenda para diferentes ocasiones, entre ellas para celebraciones». Los precios de las capas más baratas, tipo poncho, van de 225 euros en adelante, y una capa clásica, bordada, sube hasta los 1500 euros. Realizan una media de 700 capas al año, aproximadamente, y en la mitad de los casos los clientes son extranjeros. Por eso intentan tener siempre listos modelos de diferentes medidas para que se pueda comprar la capa y llevársela en el momento. De no ser así, en el pazo aproximado de 10 días logran tenerla lista.

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