El terreno de juego de la Asociación Deportiva Orcasitas, en Usera
El terreno de juego de la Asociación Deportiva Orcasitas, en Usera - MAYA BALANYÀ

El campo de fútbol donde no «crece» la hierba

Aunque parezca mentira, aún hay estadios en la capital donde los niños se dejan las rodillas contra la tierra y las piedras

Madrid Actualizado: Guardar
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Es una tarde normal dentro de la normalidad de la Agrupación Deportiva Orcasitas. El bar del estadio sirve de punto de encuentro para cinco políticos del distrito de Usera —uno de los más humildes de Madrid— que se encuentran, en una mesa, con un hombre, Ricardo Galiano, que está haciendo algo excepcional: quiere enseñarles a los niños de su barrio que no hay nada imposible. El ejemplo, lo tiene delante. Se trata del campo de fútbol del club del que es secretario, «el Orcasitas», que tiene el dudoso honor de ser el último campo de tierra propiedad de la Comunidad.

«Queremos que vean que no hay nada perdido, que los sueños se pueden lograr»

No le hacen mucho caso, al menos eso se deduce de que, según confirma, lleven «28 años» intentando que su campo, pese a estar en un barrio humilde, sea como el de los demás.

Este ejercicio de paciencia y perseverancia le sirve para dar ese ejemplo a los niños de que, antes o después, las cosas se pueden conseguir con esfuerzo; que el camino largo, aunque más difícil, es el bueno. «Queremos enseñarles que no hay nada perdido, que los sueños se pueden cumplir, que sólamente hay que creer en ellos y luchar», admite Galiano, que no duda ni un momento de que van a conseguir el césped, convencido.

El terreno de juego de la Asociación Deportiva Orcasitas, en Usera
El terreno de juego de la Asociación Deportiva Orcasitas, en Usera - MAYA BALANYÀ

Los políticos que están junto a él y que representan a PSOE, Ciudadanos y Ahora Madrid, le dan la razón punto por punto. Saben que lleva razón, que no es normal que en Madrid siga habiendo campos así. «No me voy a rendir. No voy a tirar la toalla porque esto es lo único que tenemos en el barrio», subraya este vecino que también lamenta el abandono que sufre Usera: «Aquí no inauguramos cosas; todo lo que se hace es gracias a los vecinos».

«Aquí no inauguramos cosas, todos lo que hay es gracias a los vecinos»

Cuando termina la conversación, Ricardo aprovecha para enseñar las instalaciones a sus representantes. «Mirad, aquí —dice al señalar un desvencijado chamizo detrás de la grada— queremos hacer un aula para dar apoyo escolar gratuito a los chicos y, por supuesto, el que no apruebe no jugará el domingo». Una lección ejemplar en un lugar difícil en el que abundan el olvido, la delincuencia o las familias desestructuradas, pero falta un futuro claro para muchos jóvenes, que encuentran en el fútbol una salida para mejorar su presente y su futuro.

«Esto es una vía de escape para ser igual. Es muy importante», insiste Galiano, para quien el césped que le falta al campo desde hace 28 años es mucho más que simple hierba: «Es la ilusión que se inyecta a esos jóvenes que no creían en nada».

De momento este año, salvo sorpresa mayúscula, el césped no llegará. Las rodillas, los codos —y el ánimo— seguirán raspados, pero voluntad, al menos por parte de la gente del Orcasitas, no faltará. A ver si el próximo año alguien se acuerda de ellos.

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