Ángel Antonio Herrera - Carta a la alcaldesa

La bicicleta

«Resulta que los ciclistas van saliendo del armario, querida alcaldesa, y Madrid es así un velódromo averiado donde la bici prospera por donde quiere, o puede»

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, conduce una bicicleta en mayo de 2015 REUTERS
Ángel Antonio Herrera

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Resulta que los ciclistas van saliendo del armario, querida alcaldesa, y Madrid es así un velódromo averiado donde la bici prospera por donde quiere, o puede. Menos por el aire, las bicis van por todos sitios. Resulta que el ciclista ha salido del armario , o aún mejor: ha salido la bicicleta . Porque en el armario había una o varias bicicletas, y si no las había ya las pone el Ayuntamiento, de alquiler.

Prospera la moda de la bicicleta, aunque la ciudad es una cuesta de trampa. Pero conviene darle buen sitio de paso a estos trastos, porque van a menudo a contrapié del paseante, y en dirección contraria a los utilitarios japoneses. Un lío, y hasta un peligro, así en general.

Se lo cuenta, querida alcaldesa, un paisano de la calle Mayor , donde los coches van en un sentido único, las bicicletas en el opuesto, y los transeúntes por donde pueden. Si cruzas la Puerta del Sol , de frente al campanario, toca mirar a derecha, por si viene algún coche, pero por la izquierda se aparecen las bicicletas, como un susto. No es el único sitio de confusión y, por tanto de riesgo, en la ciudad. Hay otros. Hay demasiados.

Lo que vengo a decirle es que la bicicleta resulta una propuesta que nos agrada, pero tiene el mapa corto, o cojo, con lo que el peatón y la bicicleta resultan un jaleo de la misma acera. La bici tiene una mitad de coche y una mitad de particular. Va por cualquier parte, menos por la suya, porque su parte no existe, o existe un rato. Las bicicletas son para el verano, pero para un verano de todo el año, aunque nos falte ruta. Tú coges tu bicicleta, pillas el carril al respecto, y luego el carril desaparece y quizá entras directo y sin aviso en una tienda del Real Madrid , como un jinete.

En algunas zonas de la ciudad se limita la velocidad a 30 kilómetros , para reducir la mortalidad, y fomentar la bicicleta. Pero igual se abre pronto la multa a los ciclistas por no seguir su vía, que a menudo no está. Volveremos a casa como salimos: con la bicicleta hecha un lío.

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