«El beso frente al Hotel de Ville»
«El beso frente al Hotel de Ville» - ROBERT DOISNEAU

El beso más famoso de la fotografía fue sin amor

La Fundación Canal recorre el París liberado de la mano del gran fotógrafo Robert Doisneau

Madrid Actualizado: Guardar
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Es uno de los iconos del amor eterno. Un joven se para en la calle, rodea a su novia con el brazo y la besa apasionado frente al Ayuntamiento de París, deteniendo el mundo a su alrededor. Francia ha sido liberada de la segunda gran guerra y su capital resurge entre neblinas y anhelos que el maestro de fotógrafos Robert Doisneau (1912-1994) se encarga de inmortalizar en blanco y negro. Pero la trastienda de la hipnótica fotografía, tal vez una de las más reproducidas de la historia, no fue como se piensa un rayo de belleza inesperada.

«El beso frente al Hotel de Ville», tomada en 1950, llenó de amargura los últimos años de la vida de su autor.

En 1988, con 76 años, el gran fotógrafo francés tuvo que revelar el secreto guardado: había contratado a una pareja de la Escuela de Comediantes, novios en realidad, para un encargo de la revista Life. Cuando la protagonista, Françoise Delbart, le denunció mucho después por derechos de imagen, el adonis de la foto, Jacques Carteaud, defendió al autor. Ya habían cobrado antes por el célebre beso robado.

Anette, hija y asistente de Doisneau, no disimula su hartazgo por una fotografía que su padre acabó odiando. «Aquel juicio sórdido le machacó. Además, nunca le gustó demasiado», dijo ayer pasando deprisa por la famosa imagen que se exhibe, desde hoy hasta el próximo 8 de enero, en la Fundación Canal en una completa exposición titulada «La belleza de lo cotidiano».

Hay cierto halo de tristeza en el objetivo de Doisneau, que retrata la intrahistoria del París de la posguerra en sus calles adoquinadas, tascas, teatros y escuelas. También hay ironía y rebeldía, como en «La mirada oblicua», en la que un señor mira de reojo un desnudo en el escaparate de una galería sin que su mujer le sorprenda.

Un autorretrato de Doisneau, despedido en 1939 de la Renault por «impuntual», corona la sala principal. Su hija le define como un hombre tímido y paciente. «Le costó muchos años enfrentarse a los adultos. Les trató con reverencia, se flexionaba ante sus objetivos», señala la comisaria. La muestra incluye el famoso retrato de «Los panes de Picasso» (1952), uno de sus modelos preferidos, así como una serie en color de ricachones de Palm Springs (1960) que realizó para Rapho, su agencia habitual.

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