La Asunción de Nuestra Señora: el hogar que renació tras la Guerra Civil

El templo de Aravaca, mixtura de tradición y modernidad, congrega a 26.600 fieles y auxilia a 172 familias

Fachada maestra de La Asunción de Nuestra Señora, en el centro de Aravaca Belén Díaz

FRANCISCO SERRANO OJEDA

Aravaca es límite, frontera, ultreia, el lugar donde Madrid se abre al horizonte de una vida plácida entre el más acá y el más allá. Aravaca es un pueblo que sigue siendo pueblo para llevarle la contraria a la historia. Y tiene un centro, la Iglesia. Aravaca, desde 1951 distrito del Ayuntamiento de Madrid, es algo más que un barrio anexionado por razones administrativas después de la reconstrucción posterior a la devastadora Guerra Civil. Aravaca, población de contrastes, gira en torno a la torre de la Iglesia, el templo de la Asunción de Nuestra Señora , calle Pérez de Vitoria 9 –canónigo hispalense por cierto, hijo del lugar- que antes de la proclamación del dogma se llamaba Santa María la Blanca, quizá porque allá en los tiempos de san Isidro, también labrador, existía una comunidad de fe muy arraigada que rezaba a una imagen de la Virgen, blanca, siempre y toda blanca.

La revolución de Papa Francisco llegó hace cuatro años a Aravaca con el nombramiento del nuevo párroco, que hoy es don Gregorio Roldán y hace no mucho tiempo era Goyo, el cura de las JMJ, el organizador de las movidas pastorales juveniles de la archidiócesis de Madrid. Una prioridad que ya se nota en la parroquia, la gente joven, la pastoral juvenil y universitaria. Ahí están las misas de tarde de los domingos, llenas a rebosar.

Solo quedó una pared

En cuatro años, el templo de Aravaca es el mismo, pero ya no es lo mismo; la vida de la parroquia es la misma, pero ya no es lo mismo. Arquitectura religiosa reluciente, mixtura de tradición y modernidad, sabor a iglesia de pueblo, a fiesta patronal. El renovado presbiterio con su sillería de coro de los talleres Artemartínez, de Horche, Guadalajara; el retablo restaurado; la lateral capilla del bautismo con la copia del icono de la Trinidad de Rublev ; el vía crucis recién estrenado; o el sagrario de esmalte en esa recoleta capilla del Santísimo. Espacios que reclama intimidad.

El templo de Aravaca, del que después de la Guerra Civil solo quedó la pared maestra, es hoy un acogedor hogar. El párroco de Aravaca está acompañado por un nutrido equipo sacerdotal: Máximo Sánchez Gutiérrez , una institución, cuarenta y ocho años al servicio de la parroquia; José María Martínez, que también es capellán del CEU de Montepríncipe. Se acaba de marchar, por cierto Daniel Barroso, y le ha sustituido estos días pasado el joven sacerdote filipino Mark, encargado de atender a las cinco comunidades del Camino Neocatecumenal.

También cuenta esta parroquia con un diácono permanente, Lorenzo Melgar Gómez, encargado de las devociones populares. A ellas también contribuyen quienes pertenecen a la Hermandad de la Virgen del Buen Camino , y de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores , cuya imagen, junto con el Cristo de la Agonía, es venerada en el templo parroquial. El territorio de la parroquia debe ser tierra muy sagrada a tenor del número de institutos de vida religiosa: entre otros, las Carmelitas Descalzas, las Hijas de María Auxiliadora, las Misioneras de san Pedro Claver, las Misioneras de Jesús, María y José, las Franciscanas de san José, las Hermanas del Buen Consejo y los Legionarios de Cristo en la zona de Camarines. También hay varios centros del Opus Dei.

Devoción y entrega

La parroquia de Aravaca, inmersa en un proyecto de construcción de un centro parroquial anejo al templo, cuenta con 26.600 fieles de los cuales 2.600 son inmigrantes. De ahí los contrastes de una Iglesia que destina 44.000 euros anuales a la Cáritas parroquial, que atiende a 172 familias. El párroco insiste en las nuevas pobrezas, como la energética, particularmente de las personas mayores que no tienen para vivir; o lo que destina de ayudas para pagar los uniformes, material escolar, incluso el comedor. Ni para las obras de la iglesia, ni para la caridad mensual, cuenta el párroco, ha tenido que hacer una colecta extraordinaria. «Sienten a la Iglesia como propia, las necesidades de la Iglesia son las suyas», insiste Gregorio Roldán.

Horario de misas

(Invierno, del 1 de septiembre al 30 de junio): Laborables: 8, 9, 11, 12 y 20 horas. Vísperas de fiesta: 20 horas. Festivos: 9, 12, 13 y 20 horas. (Verano, del 1 de julio al 31 de agosto): Laborables: 8, 12 y 20 horas. Vísperas de fiesta: 20 horas. Festivos: 9, 12, 13 y 20 h.

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