Un grupo de ciclistas circula por Guadalix de la Sierra, seguido de varios vehículos
Un grupo de ciclistas circula por Guadalix de la Sierra, seguido de varios vehículos - BELÉN DÍAZ

Alerta entre los ciclistas: «Llevo 30 años en la carretera y es ahora cuando siento miedo»

En lo que va de año, son ya 22 corredores los que han muerto víctimas de atropello. El estado de conservación de las calzadas y el consumo de alcohol y drogas de algunos conductores, principales peligros para los amantes de las dos ruedas

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Con el maillot blanco negro y morado, equipación característica del club Chamartín, más de medio centenar de ciclistas se preparan para pedalear por la zona norte de la Comunidad de Madrid. Como cualquier domingo, han quedado pronto –muy pronto– para emprender una ruta que se extenderá durante cuatro o cinco horas. «Con este calor, no nos queda otra», apuntan desde la grupeta. «En realidad madrugamos siempre», prosiguen, reparando en el hecho de que cuanto más temprano sea, menor será la afluencia de tráfico en las carreteras. Cualquier precaución es poca, más si cabe, en un año negro para los amantes de las dos ruedas: en apenas seis meses, 22 ciclistas han muerto atropellados.

Pese a que conocen bien el terreno, la precaución es la tónica restante.

En función de los respectivos niveles de resistencia, el pelotón se divide en tres grupos diferenciados. Los más fuertes pueden llegar a alcanzar una velocidad media de 30 km/h. «Y no todos están preparados para seguir ese ritmo», advierte el presidente del club, José Luis Martín. Ataviados con el casco, la bici en perfecto estado y un coche de apoyo que controla el recorrido, los corredores cumplen a rajatabla las normas marcadas. «Lo primero es guardar la distancia entre nosotros, porque aunque parezca mentira, el mayor miedo es hacer el afilador», suscribe el propio Martín, encaramado en el segundo bando. En el argot ciclista, el afilador se produce cuando chocan las ruedas de dos deportistas, pudiendo provocar la caída de ambos o, en el peor de los casos, una caída masiva.

Riesgo de atropello

No obstante, las cifras de mortandad (solo 5 de los 27 ciclistas muertos en 2017 no han sido víctimas de atropello) señalan que si hay un peligro fatal para los aficionados al ciclismo, no es otro que el riesgo de ser arrollados. «Siempre que podemos, vamos por el arcén. Pero hay veces que es imposible», explica otro corredor, consciente de que compartir espacio con el vehículo es un cóctel cargado de incertidumbre. En fila de dos («porque es más seguro y, además, la ley lo permite»), la expedición hace tiempo que dejó el carril bici de Colmenar, cuya trazada discurre en paralelo a la M-607. «Es una de las zonas más frecuentadas por su seguridad», inciden, antes de tomar la carretera en dirección a Guadalix de la Sierra.

Las malas condiciones de los árcenes obliga a los ciclistas a compartir calzada con los vehículos

En muchas ocasiones, las malas condiciones de los arcenes obliga a los ciclistas a invadir la calzada. «Nos encontramos con falta de mantenimiento y conservación; incluso de limpieza», advierte el propio presidente, quien tras un tute «muy placentero», recuerda que lo importante es regresar agrupados sin tener que lamentar ningún percance. Accidentes como el ocurrido en la localidad valenciana de Oliva, donde el pasado 7 de mayo una conductora ebria y drogada embistió con su turismo a seis ciclistas, de los cuales dos murieron en el acto y un tercero días después, han marcado y mucho la actitud de todos los corredores.

Los corredores piden el endurecimiento del actual Código Penal y aumentar los controles de seguridad

Precisamente, el consumo de alcohol y drogas es otro de los grandes temores que alberga la carretera. «A las horas que salimos en fin de semana, es bastante probable encontrar conductores que han estado toda la noche de fiesta», apunta Ricardo Márquez, presidente del club ciclista Hortaleza. Es ahí, en ese instante de falso sosiego, donde las posibilidades de accidente se multiplican. «La mayoría de coches respetan la distancia de seguridad –un metro y medio de separación lateral al adelantar– y las señales, pero basta con que solo uno no lo haga para salir con los pies por delante», recalca el mismo tipo que después de 30 años sacando la bicicleta, es ahora cuando el miedo ha llamado a su puerta: «Desde hace meses voy, sinceramente, acojonado».

Más cicloturistas

Llegados a este punto, el grueso ciclista pide a las autoridades un esfuerzo mayor para mitigar la sangría de accidentes. «Echamos en falta más controles de tráfico. La gran mayoría suelen estar durante la noche, pero por la mañana rara vez vemos alguno», suscribe el máximo responsable del club Hortaleza. «Aunque también es justo reconocer que están haciendo una campaña muy buena, multando incluso, a los propios ciclistas», asevera.

Los profesionales insisten en que la primera medida de seguridad es la obediencia por parte del ciclista a las normas de circulación. «Desde hace años, han aumentado considerablemente el número de cicloturistas. Y no todos están acostumbrados a salir fuera del núcleo urbano», explica el vicepresidente del club Pueblo Nuevo, José María Merino, mientras hace hincapié en la regla de oro que transmiten a sus corredores: «La carretera no perdona, por lo que hay que extremar al máximo las precauciones».

En cuanto a los atropellos fatídicos todos coinciden en la necesidad urgente de endurecer la ley. «Con el Código Penal en la mano, sale barato llevarse por delante a un ciclista», apostilla el dirigente del club Chamartín. «La gente está muy indignada porque un conductor mata y sale a la calle a los dos días», suscribe su colega de Hortaleza. Pero más allá del negro panorama, como cualquier domingo, miles de ciclistas se echarán a la carretera para hacer lo que más les gusta: «Si pensáramos que no vamos a volver, está claro que no saldríamos».

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