El reactor nuclear «JEN I» en la sede del Ciemat, situada en la Ciudad Universitaria
El reactor nuclear «JEN I» en la sede del Ciemat, situada en la Ciudad Universitaria - ABC
CURIOSIDADES DE MADRID

El accidente nuclear de Madrid, los vertidos radiactivos del Manzanares que llegaron a Lisboa

En los alrededores de la Ciudad Universitaria se registraron niveles de radiación un millón de veces superior a lo tolerable

Madrid Actualizado: Guardar
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El 30 aniversario de la tragedia de Chernóbil, el mayor desastre nuclear de la Historia, resucita un episodio homólogo ocurrido en Madrid. Insignificante en la comparación, sin caer en la frivolidad, sí tuvo un impacto enorme en su contexto, aunque en la fecha no tuvo la repercusión mediática que demandaba. Unos vertidos radiactivos en el río Manzanares llegaron primero al Jarama, después al Tajo y, finalmente, a su desmbocadura en el Atlántico, en Lisboa. En su avance, entre el secretismo y la negación de las autoridades, contaminó las huertas y cultivos ribereños, especialmente en el sur de la región. Esta es una breve reseña sobre los hechos, considerados como uno de los más graves en España.

El accidente se produjo en la mañana del 7 de noviembre de 1970, en el Centro de Energía Nuclear Juan Vigón (JEN), en la actualidad rebautizado como Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), ubicado en la avenida Complutense de la Ciudad Universitaria.

La pretensión de trasladar 700 litros de agua de desechos radiactivos acabó con los vertidos en el alcantarillado, que fueron a parar al Manzanares. La idea inicial era un trasvase desde el tanque A-1 de la planta M-I (donde se ubicaba el reactor, al depósito T-3 de la planta CIES para ser tratados, como era habitual. El agua contenía Estroncio-90, Cesio-137, Rutenio-106 y Plutonio.

Recorte de una noticia en la las autoridades niegan el peligro de los vertidos
Recorte de una noticia en la las autoridades niegan el peligro de los vertidos - ABC

El problema fue que no se atajó del modo que debiera. Se recomendó detener la operación a los cinco minutos de comenzar, pero sin embargo se alargó mucho más tiempo. Ya percatados del vertido, los trabajadores acabaron su jornada de sábado y se marcharon, sin retomar el asunto hasta el lunes, cuando comenzaron a evaluarse las medidas oportunas. Ya era demasiado tarde, la negligencia era total. Pasados más de veinte años, el diario El País publicó un informe confidencial de la comisión de Seguridad del JEN, de enero de 1971, en el que se daba cuenta de los elevados riesgos de estos residuos. «Impedir el consumo de los vegetales que crezcan en las parcelas contaminadas; Impedir el riego con agua de los canales y ríos que contengan agua o fangos contaminados», alertaba el escrito.

Niveles disparados

La recomendación llegaba dos meses tarde, pues ya se habían contaminado buena parte de las riberas de los tres ríos (afluentes entre sí) en su bajada hacia el oceáno. Aunque no se puede contabilizar el volumen total de hectáreas afectadas, solo unos días después se contabilizaron hasta medio centenar de parcelas con niveles de radioactividad hasta 20 veces superior a lo recomendado. El agua regó todo tipo de cultivos que, ignorantes los agricultores, fueron comercializados y consumidos. Sin embargo, como reflejó este periódico, las autoridades insistieron en que en ningún momento hubo un riesgo real para la población y que no se hizo público para que no cundiera el pánico.

Entre las cifras que acompañan al accidente nuclear, según el informe citado, en la vega del Jarama se detectó una radioactividad (SPP-2) de 15.000 cuentas por segundo, cuando lo normal era entre 100 y 200. Además, y el número es todavía más alarmante, en la sede del JEN se dieron dosis un millón de veces superior a la tolerable durante un año. No obstante, sus trabajadores no se vieron afectados porque sí se utilizaron correctamente las medidas de protección.

La relación entre la Universidad Complutense y la energía nuclear no se reduce a este episodio, pues recientemente se planeó convertirlo en una «isla nuclear».

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