Villares, sobre la sentencia de La Manada: «Un juez debe dictar sentencia consciente de la realidad social»

El magistrado en excedencia analiza el caso para ABC y se muestra confiado en que los tribunales superiores «puedan restaurar la confianza en la justicia»

El líder de En Marea, Luís Villares MIGUEL MUÑIZ

J.L.J/M. N.

Como magistrado en excedencia, Luís Villares no es ajeno al terremoto social causado tras la sentencia del caso «La Manada», sobre la que se atreve a señalar un «error jurídico evidente». En su conversació con ABC también sabe poner un punto y aparte en el discurso político y dar rienda suelta a su otro gran perfil, el judicial.

—«La ciudadanía tiene confianza en el Poder Judicial». Son palabras suyas en ABC hace año y medio. ¿Cree que sigue siendo así tras la sentencia de La Manada?

—Esta sentencia, como todas, está sometida a crítica, que en este caso era inevitable. En opinión de muchos, entre los que me encuentro, existe un error jurídico evidente. Incluso con la declaración de hechos probados hay un error en la calificación de la situación como no intimidatoria, que para mí es difícilmente explicable a la vista del Código Penal. Yo me leí la sentencia entera, también el voto particular. Hay una equivocación bastante grande. Tenemos un sistema de recursos, y espero que los tribunales superiores puedan restaurar la confianza.

—¿Cómo ve este linchamiento público al que se está sometiendo a los tres magistrados de la Audiencia de Navarra?

—No debe confundirse la crítica a la sentencia con la crítica a las personas que la dictan. Así y todo, debe haber una reflexión, y es bueno que la haya en este momento, sobre si los magistrados tenemos suficiente formación en materia de género o determinadas áreas que son necesarias para hacer bien nuestro trabajo. Cuestionar los perfiles de los jueces nos coloca ante un debate que debemos dar, que es la mejora en la formación de jueces y magistrados. Esto es algo que reclaman unánimemente las asociaciones judiciales. Es necesario el reciclaje continuo para hacer bien el trabajo.

—¿Qué opina del ministro de Justicia, cuando imputa «un problema singular» al magistrado del voto particular?

—Es inaceptable esa manifestación, porque supone señalar al otro Poder del Estado que se encarga de la tarea disciplinaria y de investigación de la carrera judicial. En segundo lugar, porque desliza una información que debía de conocer pero cuyo contenido no explicita, y por tanto, debe explicar esa acusación velada. Debe dar explicaciones y asumir responsabilidades, como piden las asociaciones, con su dimisión.

—En estos reproches del ministro Catalá parece que hay una crítica velada al corporativismo judicial. ¿Falta autocrítica en la carrera?

La carrera judicial tiene muchas carencias que se expresan a través de las asociaciones, mediante críticas que no son atendidas por el Poder Ejecutivo, que tiene el deber de dotar de medios al Judicial. Se da la paradoja que el poder controlador es el que tiene que pedir al poder controlado una mejora de sus medios. La sobrecarga de trabajo judicial da pie a que las resoluciones pierdan calidad. Hay que decirlo así. Un magistrado que pone 600 sentencias al año, por más que se esfuerce, no hace el mismo trabajo que quien pone 200. y cada sentencia no es un número, son varias personas. Si no se atienden a las demandas de las asociaciones, luego vienen sentencias que son indeseables, y no hablo solo de La Manada, sino del retraso estructural de la administración de Justicia, que hace que el sistema sea de mala calidad. Da igual que una sentencia sea magnífica diez años después.

—Hablaba el TS de que un fallo no puede verse condicionado por la presión de la opinión pública. ¿Eso cómo se consigue en un caso como este de La Manada?

—Los magistrados, entre sus funciones, dictan sus resoluciones teniendo en cuenta el frontispicio de la Ley pero guiándose de criterios interpretativos que respondan, eso sí, a los tiempos en que se aplican las normas. Esto es muy importante, porque el significado social de determinada expresión recogida en una ley no es muchas veces la misma en 2018 que en 1980. Los valores sociales cambiaron, la realidad social también. El magistrado debe tener eso en cuenta al dictar la sentencia. Eso conlleva a que haya una cierta permeabilidad entre lo que pasa en la calle y la sentencia. No cabe confundirse con presión. La línea es muy fina.

—Parece que la opinión pública no está tanto en el debate de la sensibilidad judicial sino en el eslogan...

—En el debate público tienden a simplificarse los mensajes. También es comprensible. El destilado de determinados motivos que lleva la gente a manifestarse tiene detrás una complejidad de discurso. ¿La justicia es patriarcal? No, ¿pero puede haber actitudes patriarcales? Pues quizás. Es una cuestión de matiz. ¿Está la justicia suficientemente preparada? En genérico sí, pero hay aspectos mejorables. Todo precisa matización. Vivimos malos tiempos para el matiz.

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