Un autobús circula por el casco urbano de Santiago
Un autobús circula por el casco urbano de Santiago - MIGUEL MUÑIZ

Los sindicatos aceptan la parte laboral del plan pero no desconvocan la huelga

La Xunta se aproxima a las solicitudes de los trabajadores, que recelan de la dotación económica de la reforma

La conselleira, Ethel Vázquez, insiste en que la patronal sigue teniendo las «puertas abiertas» para la negociación

Santiago Actualizado: Guardar
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Las negociaciones para tejer consensos en torno al plan de transporte siguen. La huelga, también. En el triángulo Xunta-sindicatos-patronal, protagonista de un conflicto enquistado desde hace semanas, al menos dos caras muestran su voluntad de dialogar e ir puliendo las dificultades. La Consellería y los trabajadores alcanzaron ayer un principio de acuerdo para zanjar la parte social y laboral de las nuevas rutas de autobús, a la espera de desentrañar la otra gran clave pendiente: el dinero.

Los 41 primeros contratos del modelo ya están en el cajón de salida, listos para ser licitados. Por eso, desde el departamento de Ethel Vázquez y las centrales sindicales, se apura hasta la extenuación la posibilidad encontrar soluciones puntuales a problemas igualmente puntuales.

Los minutos de descuento también valen, si se trata de acoplar apoyos «in extremis» a la reforma.

Acordada la subrogación de las plantillas en las concesiones, ayer se pusieron sobre la mesa cuestiones como la regulación de los tacógrafos o la creación de una comisión de seguimiento para evaluar la implantación primeriza de las rutas. Y, sobre todo, los sindicatos se llevaron de San Caetano la «documentación» que exigieron el pasado miércoles: una que glosara sus inquietudes y el reflejo oficial que de ellas hace la Xunta. «Había avances y conversaciones en ese sentido, pero nunca hubo un documento», celebró Xesús Pastoriza, el responsable de Transportes de la CIG, a la salida de un bis a bis que se prolongó durante dos horas y media.

La satisfacción es comedida. El mapa genera una oposición generalizada y los progresos solo alcanzan a las garantías laborales, que no son baladí. Pero sigue existiendo cierta presión para que se incremente el presupuesto. Pastoriza critica que, a falta de un mes para que el servicio renovado entre en funcionamiento, el sector sigue «sin saber exactamente cuál es la dotación económica» del modelo. En los encuentros convocados en la última semana se presentaron previsiones, pero superficiales, a juicio de los sindicatos, para abortar la movilización social y brindar su apoyo definitivo al plan.

Es lo que «queda pendiente», según la secretaria de acción sindical de UGT, Beatriz Meilán. Los delegados presentes en las conversaciones con la Xunta se comprometieron a estudiar el escrito oficial para evaluar si se ajusta a sus postulados. Una vez revisado, a comienzos de la próxima semana se volverán a juntar para trasladar su opinión a la conselleira. Hasta entonces, Ethel Vázquez tiene tiempo para hacer una oferta final que logre desactivar la huelga.

Porque los paros no solo se mantiene, sino que pasan a extenderse a todos los días de la semana. Meilán explicó que la convocatoria queda supeditada a que se presenten «datos definitivos» de esa «pata» económica. La paralización indefinida de los autobuses metropolitanos es una baza de presión que, una vez anunciada, tiene difícil marcha atrás.

De que se resuelva el «sudoku» del dinero depende que se desbloquee la negociación de los convenios colectivos provinciales. Ayer, sindicatos y patronal mantuvieron otra reunión en el Consello Galego de Relacións Laborais. Los trabajadores vienen demandando una recuperación salarial tras años de nómina congelada. Los empresarios atemperan el ritmo: sin conocer cuántos ingresos reportan cada una de las concesiones, los intercambios de impresiones se limitan a hacer castillos en el aire.

Contraste de posturas

La puesta en escena de los sindicatos y la Xunta es diametralmente opuesta a la de la patronal. La conselleira ensalzó ayer el diálogo «constructivo» que no es capaz de gestar con las federaciones del sector, a las que recordó que tiene «las puertas abiertas» para hablar del futuro del transporte. Después de que Fegabus, Anetra y Transgacar dieran por roto el diálogo con el Gobierno y acusaran a la propia conselleira de parapetarse en «falsedades», las posibilidades son remotas.

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