Núñez Feijóo, Mariano Rajoy y Miguel Santalices, a su llegada al Salón dos Reis del Parlamento
Núñez Feijóo, Mariano Rajoy y Miguel Santalices, a su llegada al Salón dos Reis del Parlamento - XUNTA
TOMA DE POSESIÓN DE NÚÑEZ FEIJÓO

Rajoy pone a Galicia como ejemplo de los avances de la España de las Autonomías

Recuerda su pasado en la Xunta y señala en Feijóo «los valores del buen gobernante»

Santiago Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy se convirtió este sábado en el primer presidente del Gobierno de España que asiste a la toma de posesión de un mandatario gallego. Y ser jefe de la Xunta no es cualquier cosa. Por ese cargo pasó cuatro veces una figura histórica como Manuel Fraga, a la que ni Aznar ni Felipe arroparon nunca en sus juramentos. A Emilio Pérez Touriño tampoco lo vino a ver Zapatero. Pero para Rajoy, el de ayer no era un acto más.

Regresaba a la sede de la política gallega —aunque él nunca ejerció en la Casona do Hórreo, sino a caballo entre los Pazos de Xelmirez y Fonseca—, en la que él se forjó hace treinta años, sorteando conspiraciones de tránsfugas de AP y mociones de censura contra el entonces presidente Gerardo Fernández Albor.

Su discurso venía manuscrito. No quería cháchara de fábrica, sino un puñado de recuerdos con los que ilustrar una intervención que insistió que sería «breve». En ella plasmó sus vivencias de aquella autonomía incipiente en Galicia, que contrapuso con el desarrollo de que hoy goza al calor de su Estatuto.

«35 años después, las cosas han cambiado a mejor. Galicia lo tiene todo para triunfar en el siglo XXI; es un modelo de éxito»

«Galicia ha sido un modelo de éxito del Estado Autonómico», proclamó, «y lo tiene todo para triunfar en el siglo XXI». Él mismo dio fe de los cambios evocando aquella Xunta prehistórica que, por no tener, no tenía ni políticos a tiempo completo ni sedes en propiedad. Tiempo de anécdotas: de Santiago a Padrón en 45 minutos, el puerto de Pedrafita negociando curvas a diez kilómetros por hora, y las oficinas de la administración autonómica desparramadas por locales arrendados por Compostela adelante.

«Treinta y cinco años después, las cosas han cambiado a mejor, por mucho que nos golpeara una crisis económica durísima» durante el último lustro, una evolución favorable que atribuyó «al talento, esfuerzo y coraje de muchos gallegos».

Cerco a los agoreros

Por eso, «no puedo compartir las teorías de los que ponen en tela de juicio todo, quienes dicen que aquí no cambia nada y son incapaces de ver el mundo con una cierta objetividad y solo ven lo que no está bien». «Con este marco constitucional que nos hemos dado, hemos avanzado muchísimo», y desempolvó su etapa ochentera de presidente de la Diputación de Pontevedra en la que las inauguraciones no eran de autovías ni de aeropuertos, sino de puntos de luz y teléfonos públicos en los pueblos del interior de la provincia.

«Estoy seguro de que los gallegos vieron en Feijóo algunos de los valores del buen gobernante»

Esa «historia de éxito», relató, es también la del resto de la España democrática, aunque singularizó en Galicia su capacidad para haber logrado un modelo de bienestar «manteniendo el respeto a sus tradiciones y su identidad», logrando además «una idea de modernidad, apertura, calidad de vida, dinamismo y proyección». En una de las intervenciones más emotivas que se le recuerdan en su tierra natal, Rajoy se puso «a disposición del pueblo gallego y de sus instituciones». «Lo que toca es seguir trabajando para no quedarse atrás», deseó, porque todavía «hay cosas que se deben mejorar», aunque para ello Galicia cuenta con «una base, que es el logro colectivo de todos los gallegos», producto «de una decisión y trabajo compartidos» por los ciudadanos del territorio.

Al presidente electo tampoco le escatimó elogios. «Estoy seguro de que los gallegos han visto en él los valores del buen gobernante: moderación, empeño reformista, determinación y sensibilidad social», deseándole además a Feijóo «un poco de suerte, que nunca sobra y siempre viene bien». «Como gallego me siento legítimamente orgulloso», afirmó, «porque ser presidente de la Xunta para un gallego es algo muy grande».

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