As Neves, el pueblo que las llamas devastaron

El fuego devastó el 90% de esta localidad pontevedresa donde nadie recuerda nada semejante. «Era una locura, un infierno», relatan sus vecinos

Un aserradero en As Neves, completamente calcinado. | Vídeo: Siete incendios continúan activos CABALAR/EFE

NATALIA SEQUEIRO

En la huerta de Dolores, situada a escasos metros de la casa consistorial de As Neves, la tierra sigue echando humo. Ella intenta abrir el grifo para sofocar las últimas llamas con una manguera, pero no sale agua. Desde el domingo, el suministro está prácticamente cortado. La luz y las conexiones telefónicas también fallan. Un intenso olor a ceniza y vegetación calcinada hace irrespirable el aire.

Dolores fue una de las 130 personas que tuvieron que pasar la noche del domingo al lunes en el pabellón habilitado en el municipio de Arbo para aquellos vecinos cuyas casas estaban cercadas por el fuego. Se fue con su nieta y dejó a su hija al frente de la propiedad familiar. Pero los desalojados en un municipio que ha perdido el 90% de su superficie fueron muchos más. El alcalde, Xosé Rodríguez, estima que por lo menos 600 de los 4.200 habitantes tuvieron que abandonar sus casas.

Sin víctimas mortales

El paisaje en la zona es desolador. A los pies de la carretera hay coches calcinados y al menos una veintena de casas han ardido. El fuego no respetó ni a los muertos y hasta la vegetación del cementerio municipal ha tornado de color negro. Afortunadamente no hubo víctimas mortales, ni heridos graves. También se ha abrasado una empresa de maderas que daba trabajo a una treintena de personas. En el pueblo todos hablan de lo ocurrido el domingo. Sobre las dos de la tarde, muchos empezaron a ver cómo se acercaba el fuego al centro de la localidad. «El incendio se produjo en Galicia, pero de ahí pasó a Portugal donde llevaba ardiendo varios días y volvió aquí», explica el alcalde. Tal era su fuerza que las llamas saltaron el río Miño, volando sobre la frontera. En cuestión de minutos estaban asediando las viviendas de As Neves.

Los vecinos se organizaron y se iban llamando unos a otros para, armados con mangueras y cubos, humedecer las viviendas. Estaban prácticamente solos. «Esto era una locura, los medios no llegaban a todas partes», explican. El fuerte viento, la extrema sequedad de una tierra que lleva meses pidiendo lluvia y un sofocante calor se conjugaron para formar un escenario dantesco. «Era el infierno», relatan. A última hora de la tarde llegaron los efectivos de la UME y algunos helicópteros que ayudaron a salvar la situación. Pero los militares no conocían el terreno y tuvieron que ser asistidos por voluntarios que los guiaban por las pistas del municipio.

José Ramón sacó a su madre en silla de ruedas. Las llamas les obligaron a cambiar de ruta. «Todo ardía», recuerda. «Se nos murió la perra, no nos dimos cuenta con las prisas», lamenta. Nadie recuerda nada igual. De madrugada llegó la tregua.

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