Galicia avanza hacia 7 semanas de paternidad para sus funcionarios

La Xunta fija su meta en la equiparación, comprometida ya por La Rioja y País Vasco

Un padre cuidadondo de sus hijos ISABEL B. PERMUY

R. L.

« El 8 de marzo fue un clamor que hemos de entender los gobiernos de distintos colores que estamos en las comunidades, en las principales ciudades, el Gobierno y las Cortes». Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP gallego y de la Xunta de Galicia, recogía así, un día después de la movilización feminista del Día Internacional de la Mujer, el mensaje lanzado desde las calles y plazas del país. 24 horas antes de la jornada reivindicativa había anunciado en el Parlamento autonómico un plan de conciliación ambicioso y, este jueves, su Ejecutivo dio el visto bueno a un documento —el primero de ámbito regional— que coloca a la Comunidad en una posición decidida hacia la igualación de los permisos de maternidad y paternidad tras la llegada de un nuevo hijo. Una licencia adicional y voluntaria de un mes, en la que tanto hombres como mujeres renunciarían a un 25% del salario, redondea una estrategia compuesta un centenar de acciones.

Allí donde el Gobierno autonómico tiene competencia —su personal público—, la Xunta se compromete a la «equiparación progresiva de los permisos de maternidad y paternidad de forma intransferible» , comenzando con una ampliación medible y acotada: llegar desde las cinco actuales hasta las siete semanas antes de 2021 , el horizonte límite del plan plurianual aprobado. En el mismo camino transitan las administraciones autonómicas de País Vasco y La Rioja . El borrador de una nueva ley de empleo público y el futuro decreto de estabilización de la función pública son, respectivamente, las vías elegidas por el Gobierno de Vitoria y el Ejecutivo riojano para equiparar, en ambos casos de modo inmediato, la duración de los permisos de sus trabajadores y trabajadoras públicas, fijando una duración única de 18 semanas (el período actual reconocido a sus funcionarias). «Hay que mirar al norte», apuntaba el pasado febrero el portavoz del Gobierno vasco , Josu Erkoreka, en referencia al histórico liderazgo que en cuestiones de conciliación y protección de la familia ejercen los países nórdicos.

Aunque todavía muy lejos del ejemplo de Suecia o Noruega (con hasta 480 y 112 días a repartir entre los progenitores, respectivamente), las adminisraciones se mueven en España, más rápido quizá tras la repercusión del último 8-M. El Gobierno avanza en un Pacto Nacional por la Conciliación y la Racionalización de Horarios ; el Congreso insta al Ejecutivo a regular permisos de maternidad y paternidad iguales , intransferibles y retribuidos al 100% y las autonomías completan sus propios pasos allí donde cuentan con competencias.

Penalizadas en su carrera laboral

Y es que los datos son tozudos y exigen reacción: el 60% de los complementos salariales , indicaba recientemente a ABC la ministra de Empleo, Fátima Báñez , favorecen a los hombres al primar la antigüedad y penalizar las interrupciones en la carrera asumidas por las mujeres casis siempre para asumir responsabilidades de cuidados. El suma y sigue de datos para la reflexión es infinito: el estudio diagnóstico en el que la Xunta apoya su plan de conciliación detecta hasta 7,6% puntos de diferencia en contra de la mujer en las tasas de ocupación en edades coincidentes con la maternidad , directamente relacionado con la mayoritaria salida del mercado laboral de la mujer por razones de cuidado; recuerda que más del 91% de las excedencias por atención de hijos las piden ellas (también más del 77% de las relativas a la atención de otros familiares dependientes) o que el número de varones directores o gerentes es más del doble que el de mujeres.

La equiparación de los permisos de maternidad y paternidad no es una solución única ni aislada, pero sus defensores la consideran una palanca necesaria para favorecer otros muchos cambios . Su incidencia en un momento clave para el establecimiento de nuevos roles de género en la pareja (la llegada de un hijo), su capacidad para atraer al hombre hacia el cuidado y su efecto sobre el mercado de trabajo, a la hora de erradicar la etiqueta de menos disponibles para el empleo que todavía cuelga sobre las mujeres, son sus razones más poderosas.

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