Las fusiones de concellos: Entre lo hecho y lo que queda por hacer

Los alcaldes de Oza-Cesuras y Cerdedo-Cotobade defienden las ventajas económicas de la integración

Rueda y Feijóo, junto a los alcaldes de Cerdedo y Cotobade ABC

MARIO NESPEREIRA

Durante los rigores de la crisis, una opinión era compartida casi al unísono: había que acabar ya con los «chiringitos» de la política y adelgazar al máximo todas las estructuras administrativas. El debate puso en el disparadero hasta las diputaciones provinciales, pero la realidad es que fueron pocos los que hicieron caso de la receta. En Galicia, en lo que respecta al ámbito municipal, solo cuatro concellos optaron por la vía de la fusión : Cerdedo-Cotobade (Pontevedra) y Oza-Cesuras se aplicaron a ello con la certeza de que la unión hace la fuerza, y de que la suma de sus poblaciones iba a permitirles salir del paso de la otra crisis: la demográfica.

En un reciente estudio, el profesor de Economía y Contabilidad de la Universidad de La Coruña (UDC), Pablo Abeal, ha hecho balance de lo que ha supuesto la fusión de Oza y Ceusuras, y de paso, de por qué la agregación de ayuntamientos sigue siendo la fórmula más recomendable para proveer servicios básicos en el futuro. Una reforma, dice en conversación con ABC, en la que España y Galicia se han quedado como una «isla» respecto al resto de Europa, donde las fusiones —la mayoría forzosas— fueron habituales desde la segunda mitad del siglo pasado hasta la Gran Recesión.

Es la doble cara de una moneda que tuvo en el caso de Oza el primer exponente gallego. Al menos, desde que en el 1968 las localidades orensanas de Celanova y Acevedo se integraron en un solo ente. Para Abeal, existe una «evolución favorable», aunque matiza que las corporaciones no se pueden quedar solas en la tarea . «Si un alcalde se embarca en la aventura y la sociedad no se mueve en la misma línea, el ayuntamiento mejora, pero es un freno», reflexiona. Su opinión es compartida nada menos que con la del alcalde del municipio. José Muíños previene que el proceso todavía no está terminado, y que la integración no ha diluido ninguna de las dos identidades . Ahora los vecinos de Oza y Cesuras pertenecen a algo parecido a un «ente supramunicipal», relata a este diario.

En los seis años transcurridos desde la fusión, la nueva corporación ha ganado peso tanto a nivel de «ingresos» como en su participación en el reparto de los fondos del Estado, lo que ha posibilitado, según el regidor popular, que el gobierno pueda hacer «más con menos» . Por un lado, se prestan servicios de manera más «eficiente», pero también existe una cara B: las «duplicidades» son muy difíciles de corregir.

«Tengo que reconocer que necesitamos más ayudas. Tiene que ser más valorado llevar a cabo una fusión, porque supone un esfuerzo», reconoce. El «quid» está en los incentivos. Desde el departamento de Vicepresidencia de la Xunta indican que actualmente existe una partida reservada para los proyectos de fusión: en 2017 se destinaron 4,6 millones de euros, de los cuales 1,3 fueron ingresados a los municipios recién agregados, y el resto se repartió entre los consistorios de menos de 15.000 habitantes (279 en total).

Las ayudas siempre son bienvenidas, precisan desde Cerdedo-Cotobade. Gracias a ellas, el gobierno local ha podido invertir 6 millones de euros en el ejercicio pasado, y prevé desembolsar 8 millones a corto plazo. Su presupuesto es de apenas 4,9 . «Tenemos una capacidad económica y financiera que antes no teníamos, y hemos podido bajar impuestos», defiende su alcalde, Jorge Cubela, tan protagonista de una integración política «de igual a igual», como de la unión de culturas, tradiciones y fiestas populares. «En Galicia hay un sentimiento muy influyente de pertenencia a la parroquia , pero aquí hemos mantenido los actos, las fiestas y todo lo que se había organizado antes, se sigue organizando», añade.

Fusiones forzosas

El de Cerdedo es un ejemplo de cómo amortiguar las consecuencias políticas de la fusión. El concello lo gobierna ahora una gestora compuesta por la suma de las dos corporaciones anteriores (14 ediles del PP, por 6 del PSdeG). Sin embargo, el camino de la fusión apenas resulta atractivo para otros alcaldes temerosos de perder sus cargos. Cubela, en cambio, lo ve «absolutamente necesario». «Tenemos los muchos ayuntamientos que hace 200 años. Lo que se corresponde, según los estudios, es que para prestar mejor los servicios los tramos de población deberían estar en torno a los 5.000 habitantes».

Así ocurre en Alemania, apunta el profesor Abeal, partidario de abandonar la alternativa de las fusiones voluntarias precisamente por ese motivo: el apego de los alcaldes y ediles a sus puestos. En realidad, dice, «no se ha modificado nada, en vez de hacer una fusión coercitiva por ley nacional, se ha evitado y se optado por otras vías que se han visto que son excepcionales. Dejarlo voluntario es un eufemismo; una forma elegante de decir que no se va a hacer».

Tal y como están ahora, sostiene, los «municipios son endebles», sobre todo desde el punto de vista económico. Según el experto, sus estructuras no sobrevirán, y tampoco vale aplicar la herramienta fallida de las mancomunidades o la prestación conjunta de servicios. «Imagina tener un ente, y añadir otro, y otro, y otro... Al final, se tienen que poner de acuerdo ocho jerarquías distintas», zanja, mostrando la fusión como el único camino realmente viable .

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