Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Los Franco, preocupadísimos

Algún día habrá que acometer la divertida tarea de recopilar los episodios surrealistas de los municipios españoles. Llegado el caso, a Lugo le corresponderá, sin duda, un papel sobresaliente

Hija, nietos y demás descendientes de Francisco Franco Bahamonde, o sea la familia Franco, llevan varios días sin pegar ojo. Están preocupadísimos, con la camisa que no les llega al cuerpo y sopesando la posibilidad de abrirse las venas. No es para menos: el Ayuntamiento de Lugo acaba de aprobar una moción para declararlos, conjunta y mancomunadamente, «familia non grata». ¡Dios mío, qué disgusto!

Algún día habrá que acometer la divertida tarea de recopilar los episodios surrealistas de los municipios españoles. Llegado el caso, a Lugo le corresponderá, sin duda, un papel sobresaliente, acorde con el altísimo nivel de cretinez por el que discurre la mayoría de sus concejales, independientemente de siglas, ideologías e incompetencias.

A finales del siglo antepasado, Líjar, un pueblo almeriense de trescientos vecinos, declaró la guerra a los franceses por la descortesía (en forma de pedradas e improperios) con que París había recibido a Su Majestad el rey Alfonso XII, quien había tenido el escaso tacto de presentarse en la capital francesa, en los días infaustos de la ocupación de la Alsacia, nada menos que con uniforme de coronel prusiano.

En horas fernandinas, la granadina Huéscar declaró la guerra a Dinamarca, a cuento del desembarco de Jutlandia. Así, con un par. Y el caso de Móstoles con la Francia napoleónica, por sobradamente conocido, no hace falta traerlo a la memoria: el armisticio se firmó hace diez o doce años, con solemnidad diplomática, fiesta popular y noticia en los periódicos.

Ejemplos de pintoresquismo municipal y chanza concejeril hay en España para dar y tomar. Lugo se une ahora a la cuchufleta celtibérica: el Ayuntamiento declara a los Franco «familia non grata». Estas son las noticias que verdaderamente animan la actividad laboral de veinticinco camándulas incapaces de resolver cualquier asunto de verdadero interés y cuya solemne inepcia les impide afrontar los problemas más elementales. Ardemos en deseos de escuchar las palabras con que la señora alcaldesa o cualquiera de los iletrados integrantes de la corporación que preside hayan de razonar el acuerdo corporativo. Y mientras tanto, claro, la familia Franco preocupadísima.

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