José Luis Méndez Romeu - VER EL BOSQUE

A falta de un Oporto, siete ciudades

El antagonismo entre el poder regional y los poderes locales de las grandes urbes es un error paralizante

En una insólita rueda de prensa, los portavoces local y gallego del PP, han señalado al alcalde coruñés como su previsible rival en las elecciones autonómicas para las que faltan tres años. Fue una manera oblicua de asumir que seguirá siendo alcalde para entonces, lo que, en sus palabras, también le presuponen al alcalde de Santiago. Son apreciaciones en las que coinciden muchos ciudadanos de ambas ciudades, atónitos ante la renuncia de los demás grupos políticos a disputar seriamente las elecciones de esas ciudades.

Desde la época de Fraga, el PP gallego no quiere a las ciudades. Con la excepción de la capital autonómica, ha ninguneado inversiones y soluciones a los problemas principales, incluso cuando las ha gobernado. El temor a alcaldes con perfil político propio le ha llevado a proponer a funcionarios políticos como candidatos en Vigo, Santiago o Coruña , con resultados naturalmente malos. Las ciudades necesitan liderazgos fuertes, encarnados por personas que representen los valores y sentimientos locales, que sepan entender y traducir a políticas las demandas ciudadanas.

El nacionalismo, que cuenta con ejemplos de brillante gestión en Pontevedra, Carballo o Allariz, los ignora para regresar al maximalismo . En Lugo está demostrando incapacidad para gobernar y pactar, optando por un obstruccionismo ridículo. El socialismo se ha enredado en un laberinto de conflictos internos y cambios constantes que impiden consolidar liderazgos o definir estrategias consistentes. Con la muy notable excepción de Vigo, donde a una brillante gestión le han sumado un recurso que casi nunca falla: un chivo expiatorio, en este caso la Xunta. Naturalmente existía un terreno fértil, el agravio comparativo con otras ciudades. Las alcaldías de Lugo y Orense bastante tienen con imponer sensatez en corporaciones inestables , sin alternativas viables. Ferrol sufre parálisis política por los enfrentamientos constantes.

En España el conflicto territorial está agudizado por el soberanismo pero como han recordado ayer los redactores de la Constitución, no hacen falta grandes cambios para superarlo. Los expertos apuntan a que, en todo el mundo, las ciudades por su mayor dinamismo determinarán más el futuro que los poderes regionales, que deben atender a otras políticas . Las tendencias, las modas, las empresas innovadoras, la cultura, el ocio o las oportunidades radican en las aglomeraciones urbanas o metropolitanas. Ignorarlo o combatirlo significa derrochar recursos y evitar sinergias.

En un país en declive demográfico como es Galicia, el antagonismo entre el poder regional y los poderes locales de las grandes urbes, es un error paralizante. Faltan ámbitos de encuentro, no sólo institucionales o administrativos, que canalicen ese potencial hacia la cooperación. Si toda la mitad noroccidental de España declina frente a Madrid, Zaragoza y el Mediterráneo, no deberíamos desperdiciar talento, recursos e ideas en confrontaciones menores. No tenemos un Oporto pero si una red de ciudades que unidas multiplican su capacidad. Son reflexiones elementales, presentes en el ámbito académico o empresarial, pero que no encuentran eco en el mundo político.

Son los temas que deberían discutirse en las elecciones municipales de las ciudades: liderazgos, objetivos ambiciosos , cooperación con otras Administraciones, implicación de las empresas, captación de inversiones, innovación. Lo otro, la gestión cotidiana de los servicios básicos, ya está en curso o no es discutible por obvio, es más quien no lo haga debe responder por ello.

Si todos elevamos el nivel del debate y la exigencia a los candidatos, la vida pública sería algo más interesante que la discusión periódica sobre incendios, inundaciones o nevadas. A medio plazo los jóvenes tendrían más oportunidades aquí y como ha ocurrido siempre, la mayor actividad económica de las ciudades sostendría los servicios de las zonas rurales. De eso van las elecciones locales urbanas.

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