Luis Ojea - Cuaderno de viaje

La encrucijada

Caballero debe decidir si quiere dirigir un partido arrodillado ante la izquierda rupturista o buscar un perfil propio

El socialismo tiene una nueva oportunidad para enderezar el rumbo. Quizás sea ya la última. Forzado por los referentes históricos del partido y el peso de la realidad, Pedro Sánchez se ha desmentido a sí mismo y a su trayectoria, ha aparcado momentáneamente sus complejos y decidió reubicar al PSOE, al menos temporalmente, en el bloque constitucionalista en defensa del Estado de Derecho y el imperio de la ley. No sería mal momento para que el PSdeG, una vez pasadas las primarias y con un nuevo líder , se plantease aprovechar también las circunstancias para madurar y encontrar su sitio en el tablero político autonómico.

Gonzalo Caballero tiene ante sí una página en blanco. Hasta el momento ha demostrado notables carencias. Apenas es capaz de articular una frase que no suene a tópico, no se le conoce ninguna aportación original y su discurso se ahoga en simplezas y naderías. Es evidente que no es ningún mirlo blanco. Pero, pese a todo, tiene una oportunidad para intentar abrir un ciclo nuevo en el PSdeG.

No se lo pondrán fácil. El socialismo gallego es una familia acostumbrada a los enredos y despropósitos. Pero arranca con la ventaja de no estar teóricamente atado a la herencia besteirista. De él depende soltar lastre. Ahora, en la configuración de su ejecutiva, se verá cuántas hipotecas contrajo para llegar a la Rúa do Pino. De lo que decida y de a quien elija para acompañarle en el viaje dependerá su suerte. Si se decide a limpiar el estercolero quizás pueda enderezar la nave. Si da alas a quien llevó al partido al precipicio acabará seguro en el abismo.

Pero no solo es cuestión de caras. Es evidente que el futuro del socialismo gallego no pasa por las Cancelas, los Pachis, las Sestayos y demás residuos de un pasado a olvidar. El PSdeG necesita liquidar ese capítulo y fumigar. Cambiar de planteamiento. Asumir que el reto es una reconstrucción integral. Esa es la encrucijada de Caballero. Decidir si quiere dirigir un partido que viva arrodillado ante la izquierda populista sirviéndole de muleta a los rupturistas o si pretende buscar un perfil propio de oposición para construir una alternativa política diferenciada.

No es un buen comienzo haber crecido estos últimos meses a la sombra del sanchismo acomplejado y desnortado. Ahora bien, sabiéndose traicionado por Ferraz en las primarias, quizás Gonzalo Caballero se sienta ahora liberado para construir su propio relato al margen de las injerencias del aparato federal. En su mano está ser un delegado de ocurrencias ajenas al servicio del populismo o intentar encontrar su propio rumbo.

Notas a pie de página

Estas primarias dejan algunas cuestiones interesantes para futuros procesos de este tipo. Entre otras, la confirmación de que Abel Caballero es el peor compañero de viaje que pueda tener quien aspire a algún cargo orgánico en el PSOE. Candidato al que apoya o con el que pacte acaba perdiendo. Espinosa, Méndez Romeu, Díaz, Villoslada. El socialismo gallego no quiere a nadie que huela, aunque sea remotamente, al alcalde de Vigo. Es un personaje que apesta a localismo rancio y que cada día se desfigura más. Ya no solo es una mala caricatura del vazquismo coruñés, es cada vez más una burda caricatura de sí mismo. Un histrión ridículo al que repudia su propio partido. Si su sobrino fuese inteligente le dejaría caer. Dicen que es mejor ponerse una vez rojo que no ciento colorado.

Otro al que se le ha apagado la estrella es a Gómez Besteiro. Sus herederos han tratado por todos los medios de sobrevivir y todavía conservan cierto poder. Pero su derrota sin paliativos la semana pasada le abre al nuevo secretario general del PSdeG la oportunidad de deshacerse de una herencia envenenada. En Lugo tiene trabajo. Y las próximas primarias provinciales que se avecinan serán cruciales.

En realidad, el nuevo inquilino de la Rúa do Pino tiene tareas pendientes en todas las provincias. Se va a hacer cargo de un edificio en llamas que amenaza con derrumbarse y lleno de polizones dispuestos a cualquier cosa por perpetuarse porque no tienen otro oficio ni beneficio en el que ocuparse. Las primarias por sí mismas no han arreglado nada. El PSdeG sigue siendo hoy un partido sumido en una espiral autodestructiva. El nuevo timonel socialista tiene ante sí una tarea hercúlea. Quizás excesiva para un personaje con sus limitaciones.

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