Elena Muñoz, portavoz municipal del PP de Vigo
Elena Muñoz, portavoz municipal del PP de Vigo - EFE

El congreso del PP vigués evidencia la profunda división de la militancia

Reconquistar el voto de los afiliados, entre los deberes del futuro presidente local

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Elena Muñoz era la primera en anunciar su candidatura a la presidencia del PP local, pero la decisión de exconselleiro Javier Guerra y la exconcejal Lucía Molares de dar la batalla dejaba en evidencia una división interna en el partido que, según las fuentes consultadas, «forma ya parte del ADN del PP vigués». Las aguas vuelven a correr revueltas en la sede del Arenal si es que en algún momento se calmaron ya que «hasta ahora nadie ha asumido la responsabilidad de los resultados de las últimas citas electorales», apuntan.

Y es que desde las autonómicas de 2012 el partido se ha desangrado en votos. Casi 17.000 sufragios perdía el PP en la ciudad con respecto a la convocatoria de 2009, y el repunte en estas última lejos está de aquellos66.949 que recibió Feijóo de Vigo en su primer mandato.

La cosa no fue mejor en las europeas, ni siquiera en las generales, pero la muestra más clara de la necesidad acuciante de «revitalizar el partido e incluso rearmarse ideológicamente, teniendo en cuenta la deriva de los últimos meses», apuntan algunos militantes a este diario, llegaba de la mano de las municipales.

Javier Guerra
Javier Guerra - EFE

«La magnitud del batacazo electoral no ha tenido ningún reflejo a nivel interno», señalan afiliados que no entienden que «se sigan cometiendo los mismos errores». No pocos son los consultados que creen que Muñoz no es la «persona adecuada» para «sacar al partido [en Vigo] del hoyo» y volverse a batir con Abel Caballero en 2020. El PP pasaba, tras la cita con las urnas en mayo, de 13 a 7 ediles, un resultado que agravó la situación de confrontación. Centrarse en recuperar la confianza de los 5.000 afiliados del PP, «muchos desencantados», aseguran, son algunos de los deberes que le ponen al nuevo presidente voces con las que ha podido hablar este periódico.

«Desencanto»

La clave para explicar este desencanto la personalizan algunos en el propio presidente del PPdeG, Alberto Núñez Feijóo. El «retraso en el nombramiento de un candidato en las pasadas municipales y el abandono de la vida interna del partido» supusieron para muchos un cóctel difícil de digerir. «Hay heridas todavía sin cicatrizar», reconocen a ABC.

Ante la «amenaza real» de que el PP se convierta en Vigo en una «fuerza residual», después de cuatro años sin un referente claro, con José Manuel Figueroa ejerciendo de presidente local y portavoz municipal pero sin lograr el apoyo explícito de la dirección en sus aspiraciones a la alcaldía, y la posterior «imposición» de Muñoz como candidata, piden «autonomía» para «recuperar el peso perdido». Los críticos con la dirección exigen un cambio de rumbo y un «proyecto claro para la ciudad» que, a su juicio, debe pasar por «una renovación a todos los niveles».

Pero también hay quienes defienden una oportunidad para Muñoz y confían en ella como la persona idónea para la que ahora se presenta como prioridad; «reforzar la estructura del partido y acabar con la bicefalia que hoy representa ella en la portavocía municipal y Figueroa en la presidencia». No por nada cuenta con el apoyo de la mayoría de los cargos institucionales y del partido a nivel autonómico como la «candidata oficial», aunque le recuerdan que «hacerse con el partido requiere de un gran esfuerzo».

Si bien, hay un importante sector en el partido que defiende que una cosa son los avales y otra muy distinta los apoyos, en referencia a los 600 conseguidos por Muñoz, los más de 200 de Molares o los cerca del centenar de Guerra. Y es quienes apoyan a estos dos últimos de cara al congreso del 17 de diciembre —cuya convocatoria se ha recurrido— llevan meses preparando la batalla y advierten que «no tiraran la toalla» ante posibles «maniobras».

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