Tienda de Caramelo en la coruñesa calle Teresa Herrera
Tienda de Caramelo en la coruñesa calle Teresa Herrera - Iago López

Caramelo tira la toalla

Tras superar el concurso de acreedores en 2014, la empresa de moda que llegó a marcar tendencia se ha visto incapaz de recuperar la senda de la rentabilidad. Durante los últimos dos años se fijó el reto de recuperar el terreno perdido en España, mercado al que reconoce ha estado especialmente expuesta durante la crisis. Pero ni la apertura de nuevas tiendas ni el relanzamiento de la marca ni la contratación de grandes diseñadores han sido suficientes para que la firma coruñesa superase los números rojos que le perseguían de ejercicios anteriores. Sin espacio en un sector cada vez más competitivo, no ha logrado esquivar la liquidación

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La firma Caramelo, otrora emblema de la moda gallega, pues tras iniciarse en el mercado con la comercialización de las famosas «antilluvia» —prenda fetiche que recuperaron en su última colección— se ganó un lugar destacado en la década de los 90 por la elegancia de sus trajes de caballero, pone fin a su particular vía crucis. La compañía con sede en La Coruña anunció esta semana el inicio del proceso de liquidación.

Tras superar el concurso de acreedores en 2014, la empresa de moda que llegó a marcar tendencia se ha visto incapaz de recuperar la senda de la rentabilidad. Durante los últimos dos años se fijó el reto de recuperar el terreno perdido en España, mercado al que reconoce ha estado especialmente expuesta durante la crisis.

Pero ni la apertura de nuevas tiendas ni el relanzamiento de la marca ni la contratación de grandes diseñadores han sido suficientes para que superase los números rojos que le perseguían de ejercicios anteriores. Sin espacio en un sector cada vez más competitivo, no ha logrado esquivar un final que los trabajadores de la empresa han tildado de «triste».

«No podemos hablar, estamos en una situación muy complicada. Es final de mes y ni siquiera sabemos si vamos a cobrar el sueldo», aseguraba a ABC uno de sus trabajadores, visiblemente afectado por la decisión de la firma. No es el único, otros 168 empleados se encuentran en su misma situación; 79 en Galicia. «Solo nos queda esperar que resuelva el juzgado», indica la misma fuente. Será este quien marque las fases del proceso.

En cuanto a la razón de este final de la enseña, atendiendo a los argumentos esgrimidos por la propia dirección de Caramelo, es la profunda crisis de consumo que afecta a Europa y especialmente a España, territorio este último que focaliza el negocio principal de la firma tras fracasar los muchos intentos de avanzar en un plan de internacionalización sólido.

Aunque en esta ocasión parece que la historia de Caramelo si ha escrito su último capítulo, desde su fundación en 1969 por José Antonio Caramelo Barbeito, Luis Gestal Santos y Javier Cañas —aunque la marca como tal no se lanzó hasta 1984— no han sido pocas las veces en las que ha amagado con tirar la toalla.

Años difíciles

El año 2007 coincide con el momento en que el empresario gallego Manuel Jove, dueño de la corporación Inveravante, entra en el accionariado de la compañía con el objetivo de reflotarla. La compra de otra de las grandes firmas gallegas de moda, Antonio Pernas, supuso un importante agujero en su pasivo. El directivo asume una participación del 37,7 por ciento y la empresa recibe, junto a la aportación de Sodiga (dueña al 7,6%) una inyección de 19 millones de euros . Entonces las relaciones entre los fundadores —Javier Cañas ya había abandonado la empresa en 2003— atravesaban un mal momento personal que apuntaba a que no tardarían en vender. Esto sucede un año más tarde, cuando en 2008 Inveravante toma el control y la Xunta se acerca al 10 por ciento. La primera medida tomada afectaba a una plantilla sobredimensionada de cerca de 800 trabajadores que se redujeron en más de una cuarta parte en un ERE aplicado en 2009. Con todo, los números seguían sin salir pese a que fueron varios los directivos que lo intentaron.

Dos años más tarde, en 2011, las pérdidas sumaban 11,5 y un año después Jove hace una nueva inyección de 16 millones que de nada sirve, pues la fuerte caída en la facturación lastra cualquier posibilidad de superar los números rojos. En 2012 se aplica un nuevo expediente de regulación de empleo extintivo para 180 trabajadores y en 2013 Caramelo se ve abocada al concurso de acreedores. Del pasivo de 100 millones, 43 eran de deuda bancaria, y la quita aplicada se negoció en el 80 por ciento con un plan de pago a 8 años a partir de 2017. Dos años después del salir del concurso, Caramelo baja definitivamente la persiana de sus establecimientos.

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