Toni Subiela - Tribuna

Reforma constitucional o contrarreforma

«Resulta llamativo que reclamen reformas constitucionales quienes han despreciado la Carta Magna o han contribuido a menoscabarla»

Las constituciones son elementos vivos como la sociedad a la que representan y, como tal, tienen la necesidad evolutiva de adaptarse al tiempo en el que viven , lo cual es difícil de impedir y poco aconsejable intentarlo.

No nos engañemos, nuestro sistema político permitió que este país cambiara del cielo a la tierra en multitud de aspectos: carreteras, infraestructuras municipales, comunicaciones, derechos y libertades, entre tantas otras cosas. Y todo ello en el marco de una Constitución que nos dimos entre todos y que garantiza la convivencia de lo particular en un espacio general en el que nos reconocemos.

La Constitución Española fue una gran obra de ingeniería política, pero también social, y en la que tuvieron cabida aspectos muy dispares, no solo en lo ideológico sino también en lo territorial, pero donde encontraron los unos y los otros suficientes argumentos para entenderse y extender este acuerdo constitucional a la sociedad en su conjunto.

Tres principios como la proporcionalidad, la representatividad y la gobernabilidad, no complicados, pero sí complejos en un país como el nuestro, se han cumplido con sus más o sus menos hasta nuestros días, legitimando así el sistema político que conocíamos.

Evidentemente, la Constitución Española ha representado la voluntad de la sociedad por vivir y convivir cívicamente con sus diferencias, y ha permitido nuestro desarrollo y grandes cuotas de bienestar social. Es nuestro deber procurar que continúe representando nuestro presente y proporcione las vías necesarias para encaminarnos hacia el mañana como siempre ha logrado.

En época efervescente es poco recomendable realizar reformas que persigan la funcionalidad de nuestra Carta Magna. También, debemos decir que los cambios que se propusieran deberían ser para reforzar aquellos aspectos que trabajen por una sociedad más justa y solidaria, más cohesionada y en igualdad de oportunidades para todas sus partes.

Resulta como mínimo llamativo que reclamen reformas constitucionales quienes han despreciado la Constitución o han contribuido a menoscabarla como actores principales o secundarios. Una aplastante mayoría social y política la compuso y en otras manos continua la responsabilidad de mantenerla en pie para que nos represente.

Cualquier posible modificación debería representar la voluntad de todos los españoles y no llevarse a cabo al grito rupturista de quienes han generado gran parte de los problemas que hoy nos preocupan: integridad territorial, educación en igualdad y lucha contra el despilfarro y la corrupción.

Cuidado con las proclamas a favor de la reforma de nuestra Constitución porque a menudo vienen de la mano de quienes nunca la han querido. Una cosa es pretender reformarla y otra intentar destrozarla. Una contrarreforma.

*Toni Subiela es diputado de Ciudadanos en las Cortes Valencianas.

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