Los gremlins

La Ford de Almussafes ha incluido entre las funciones de algunos de sus trabajadores intentar sabotear el proceso de producción. Les llaman los gremlins y tratan de engañar al control de calidad metiendo en el proceso de fabricación piezas defectuosas o no adecuadas. Seguro que no lo consiguen. Seguro que los controladores de calidad de la Ford les pillan cada intento de boicotear a la compañía.

Hay que ser muy bueno para pagar a alguien para que intente putearte. Lo que lamento es que la Ford sea una de las pocas compañías que en la Comunitat Valenciana se pueda permitir el lujo de hacer esto. Lo realmente deseable sería que nuestro ecosistema productivo fuera lo suficientemente eficiente como para poder asumir ese reto.

Aunque, bien pensado, igual lo estoy analizando mal. Tal vez lo que ocurre es que la Ford lo que realmente quiere es equipararse con la empresa media valenciana y tener personal en su equipo que cobra un sueldo y se dedica a gastar putaditas a derecha e izquierda.

Y, pensando en el sector público, ¿se imaginan ustedes que en la nueva Fe un administrativo se dedique a perder historiales? Igual no se da cuenta nadie en décadas. Lo digo porque ahora que yo recibo asistencia sanitaria en el modernísimo hospital he tenido que sufrir la inexistencia de un expediente de traumatología dolorosamente trabajado por mi persona y más exactamente por mis rodillas. El expediente estaba en el centro de especialidades de Monteolivete, más allá de la nebulosa de Orión por lo que se ve. Tan lejos, que supongo que por eso sigue allí.

En fin, que al final siempre es la Ford la que nos anima sobre la posibilidad de un futuro mejor. La planta de Almussafes resiste contra viento y marea las peores crisis y sigue siendo el gran motor del empleo en la provincia de Valencia. Ni sus gremlins pueden con ellos.