Calidad

La calidad final de un producto, nos explicaban cuando estábamos en la facultad, es tan baja como la del peor componente que lo forma. Dicho de otra forma: Un Formula 1 con ruedas de Fiat Panda no podrá correr más que un Fiat Panda. Probablemente, no pueda ni moverse.

En Valencia tenemos algunas instalaciones espectaculares. Una de las más es el Palau de les Arts . Un coliseo que en los últimos años ha colocado a la ciudad en el mapa operístico nacional e internacional.

Se trata de un auditorio excepcional, en una ciudad excepcional y que hasta ahora contaba con una gestión cultural excepcional. Pero el gestor ha dicho que se va . Aduce que no le dejan compatibilizar sus otros trabajos a nivel internacional con la gestión de nuestro gran palacio de la ópera.

Fenomenal. Por lo visto, nuestra Conselleria de Cultura va a sacar la plaza a concurso. Un concurso en el que, supongo, no se podrá compatibilizar la gestión del recinto valenciano con otras actividades similares en el extranjero. Y no sé por qué, pero me da la sensación de que en este mercado las cosas funcionan como funcionan y no como Marzá quiere que funcionen.

Otras ciudades como Madrid o Barcelona tienen claro en qué división quieren militar en esto de la ópera, en la primera, y valoran especialmente la experiencia y proyecto internacional de sus gestores. Y no ponen cortapisas al propio desarrollo profesional de estos mismos gestores.

Parece ser que este gobierno lo va a cambiar todo. Pero todo, todo, todo. Lo que va mal. Y, lamentablemente, lo que va bien . Y nuestro palacio de la ópera es excepcional y ahora corremos el riesgo de que empeore ostensiblemente. La mejor ciudad y el mejor palacio de la ópera se merecen el mejor gestor. Una decisión basada en el localismo solo nos puede llevar a una peor programación y una degradación de la oferta cultural de la ciudad. Livermore se va. Quien lo sustituya hará que la programación del Palau de les Arts mejore… o empeore. Y con ello, la calidad de la propia ciudad de Valencia.