El fracaso de los viajes de Romeva para promocionar la independencia

El consejero de Exteriores catalán ha realizado un centenar de viajes a cuatro continentes en menos de dos años mientras la deuda de la Generalitat se ha disparado

Romeva, en la firma del decreto de convocatoria del referéndum AFP
Marcelino Abad

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A ninguna parte. Así han sido los viajes que Raül Romeva, consejero de Exteriores de Puigdemont , ha realizado para convencer a las potencias internacionales de las posibilidades de supervivencia de una Cataluña independiente . Apenas había transcurrido un mes desde su toma de posesión cuando el madrileño ya se presentaba como «ministro de Asuntos Exteriores, Relaciones Institucionales y Transparencia» de la pretendida república catalana. Lo hizo en una misiva dirigida al entonces presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, en la que le pedía su «apoyo para afrontar los formidables desafíos y las tareas» que les habían «encomendado democráticamente los ciudadanos».

Por entonces sus aspiraciones de «internacionalizar el proceso» ya se encontraron con la oposición del propio Schulz, que en nombre de la cámara europea le advirtió de que «la cuestión catalana debe debatirse en el marco de la Constitución española, puesto que uno de los elementos fundamentales de la Unión Europea , más allá de los tratados, es la existencia de los textos constitucionales de los Estados miembros». Era enero de 2016 y todo parecía que, como acabó sucediendo, una de las «estructuras de estado» estrella de la amalgama de gobierno conformada por JxSí y la CUP acabaría fracasando.

El difícil anclaje jurídico de una Cataluña independiente en el seno de la Unión Europea no frenó los planes rupturistas de Romeva , que inició un periplo por cuatro continentes para «establecer nuevas alianzas de colaboración» con terceros países. A pesar de que en ellos se presentaba como ministro de la Generalitat, el Gobierno de la nación ya había recurrido la denominación ante el Tribunal Constitucional , que la anuló porque reproducía de forma «mimética» la del Ministerio de Asuntos Exteriores, dando lugar a «confusión» e interfiriendo en la dirección de la política exterior de España, competencia exclusiva del Estado.

Casi un centenar de viajes fueron realizados por el consejero y su cuerpo «diplomático» en menos de dos años: Francia, Inglaterra, Bélgica, Alemania, Italia, Portugal, Dinamarca, Austria, Malta, Polonia, Suecia, Escocia, Eslovenia, Estonia, Finlandia, Letonia, Luxemburgo, República Checa, Bosnia Herzegovina, Noruega y Suiza. Pero el consejero no solo se dirigió a países europeos, también lo hizo a Estados Unidos y América Latina, África y Asia. En concreto, visitó Ecuador, Argentina, Brasil, Colombia, Marruecos, Algeria, Mozambique y Líbano. Incluso Madrid, donde el ayuntamiento de la capital le cedió el Palacio de Cibeles a Puigdemont para promocionar el referéndum.

Pese al maratón de desplazamientos, Romeva no logró recabar ni un solo apoyo en firme. Sonoro fue el desplante que tanto él como Junqueras y Puigdemont recibieron en el Parlamento Europeo , donde acudieron este enero para reiterar su determinación de convocar un referéndum. Ninguna de las instituciones europeas envió representantes. Solo acudieron una veintena de eurodiputados, a pesar de que los organizadores invitaron a los 751 parlamentarios que componen la cámara.

«Debemos decir alto y claro que los nacionalismos y separatismos son lo contrario de un patriotismo moderno. Los que atentan contra la unidad europea, amenazan también a sus propias comunidades», sentenció Angela Merkel este marzo. También Donald Trump manifestó que no apoyaría a los independentistas. «La posición de Estados Unidos sobre Cataluña es que es un asunto interno de España. Estamos profundamente comprometidos a mantener la relación con una España fuerte y unida», manifestaron desde la embajada estadounidense en Madrid.

Pese a no recabar apoyos, los viajes de Romeva sí han servido para agrandar el maltrecho agujero económico de la Generalitat. Sólo el viaje al Parlamento Europeo fue presupuestado por la consejera de Presidencia, Neus Munté , en 13.500 euros; el realizado a Estados Unidos por Puigdemont en 88.215 euros; el de Finlandia y Argentina en 13.400 euros… Mientras la Hacienda Pública catalana se desangra, con una deuda que alcanza los 82.000 millones de euros -4.700 millones correspondientes a entidades locales, 75.500 millones que debe la Generalitat y más de 2.000 millones que acumulan sus empresas públicas-, el Govern aprovecha para abrir «oficinas diplomáticas» en el exterior con las que promocionar la independencia. La última en Dinamarca, a cuya inauguración solo fueron dos funcionarios daneses de nivel intermedio, pese a encontrarse allí el propio Puigdemont, Romeva y la delegada del Gobierno catalán en los Países Nórdicos, Francesca Guardiola. En definitiva, una «tournee» a ninguna parte.

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