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Bisbal, durante su actuación el jueves en el Palau Sant Jordi en la Gala de Los 40 - EFE

David Bisbal zarpa del puerto de Barcelona con «Hijos del mar»

El cantante presenta a bordo de un crucero su sexto trabajo, un disco que él mismo define como «sonido 2017»

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Toda la semana lleva David Bisbal recorriendo platós de televisión y estudios de radio para presentar en sociedad «Hijos del mar», su sexto trabajo, pero el cantante andaluz aún se guardaba un as en la manga; una mascletá promocional con más metáforas marineras que un discurso de Artur Mas y un decorado de impresión: el fastuoso interior de uno de esos gigantescos cruceros que amarran cada poco en el puerto de Barcelona. Una suerte de remezcla flotante de Las Vegas y Torremolinos con un par de bisbales de cartón plantados en medio del salón que, se supone, debería reforzar la idea de que el agua es el elemento natural para el de Almería. «Soy agua», dirá más tarde, por si quedaba alguna duda.

El crucero, el agua y, en fin, todo el sarao, vienen a cuento de la presentación mundial de «Hijos del mar», palabras que convierten como por arte de ensalmo una rueda de prensa en un evento estelar de esos en los que periodistas y fans compiten por la atención del protagonista y en los que a nadie parece importarle que se amontonen los retrasos y los agónicos compases de espera. Porque, en efecto, la cosa va tarde. Muy tarde. Los fotógrafos resoplan y los habitantes del barco, turistas que pasean a sus anchas por los salones, miran de reojo a los periodistas como se suele mirar a un cuerpo invasor de origen desconocido.

También hay fans, aunque a estas alturas ya las han trasladado a un teatro que hay dos plantas más abajo, así que ya no queda nadie que se haga fotos con los bisbales de mentirijilla ni se arranque a cantar el estribillo de «Antes que no», primer single de «Hijos del mar». Tampoco importa demasiado, la verdad: en cuanto los fotógrafos toman posiciones, queda claro que se acerca el Bisbal de verdad, el de carne y hueso. Lluvia de flashes, poses con los pulgares hacia arriba, saludos cariñosos y fin del primer acto.

Cambio de chaqueta –el granate se convierte en verde en un visto y no visto–, cambio de planta y empieza el show. «Hijos del sol», explica Bisbal, es, con su mezcla de pop electrónico, tropical house y baladas marca de la casa, puro «sonido 2017». «Me gusta mucho acercarme a la actualidad musical», subraya un artista que se refiere en no pocas ocasiones a su sexto trabajo como si de un viaje se tratase.

Viaje interior, sí, pero también «viaje de composición» por Estados Unidos, Suecia, Francia, Reino Unido y España en busca de compositores y productores que le acompañasen en esta travesía sonora. «Lo importante no es saber, es tener el teléfono del que sabe», reconoce medio en serio medio en broma a propósito de un trabajo en el que firma todas las canciones, sí, aunque siempre con ayuda de letristas y productores como Antonio Orozco, Pablo López, Vega, Andreas Örhm, Jeeves, Martin Wilk Glenn Eriksson. «Siempre había compuesto, pero con el tiempo se ha ido potenciando», relativiza.

Por el teleprompter le avisan de que se acuerde de dar las gracias a la compañía naviera que auspicia el evento, pero él prefiere seguir a lo suyo, elogiando el trabajo de los cinco productores que han trabajado en el álbum –«cada canción es un mundo y un género», asegura– y explicando el porqué de «Duele demasiado», su canción para Unicef sobre el drama de los niños refugiados. «Sé que la solución no pasa por aquí, pero me sentía con ganas de seguir aportando mi granito de arena. Quise colaborar y mi parte autoral la dono íntegramente», explica.

Acto seguido, llega el momento de presentar en directo algunas de las nuevas composiciones. Aparece la banda, suena «Antes que no», se le escapa una lagrimilla con «Lo tenga o no» y ataca «Duele demasiado» antes de regresar a «Antes que no» para insistir una vez más en ese estribillo que reza «prefiero pensar que sí se puede». Y se acabó. Nadie habla de la cobra porque ya se sabe que los animales de secano no se llevan demasiado bien con el agua.

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