Ángel González Abad - Los martes, toros

¿Y Santi Vila?

Prefieren el silencio a festejar la libertad recobrada junto a los aficionados y por eso no serán nunca insultados por los pretendidos animalistas

Ángel González Abad
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Algo tendría que decir el conseller de Cultura Santi Vila en la guerra política abierta desde la Generalitat contra la sentencia del Tribunal Constitucional que tumba la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Vila, que hasta recibió una premio de la Federación de Entidades Taurinas por su afición y defensa de la Fiesta, se ha posicionado en no pocas ocasiones a favor de la Tauromaquia, aunque desde que se pronunció el Constitucional no ha dicho esta boca es mía.

Será casualidad, pero tan solo hace unas semanas, el responsable político de la cultura catalana señaló que los «toros son una gran expresión mediterránea, española y catalana» y que la cultura catalana siempre será españolísima». Así se manifestaba Santi Vila unos días antes de la sentencia del TC, el Vila que hace ya un tiempo hablaba de la equivocación del Parlament al votar la abolición en julio de 2010 y que sentenciaba que la prohibición había sido un exceso.

Pero, ¡ay, la política!, ahora Santi Vila calla. Justo en el momento en el que los aficionados han recobrado la libertad cercenada, quien la defendió desde dentro del aparato político de la Generalitat, quien se exilió a la Cataluña francesa para ver toros, calla.

Desconozco el grado de comodidad en que Santi Vila se encuentra en su sillón del Govern. No sé si se ha tenido que tragar con aceite de ricino la posición oficial del Gabinete al que pertenece, que se opone frontalmente a la sentencia del Constitucional, ni sé tampoco cómo cuando era conseller del Territorio afirmaba que la prohibición de las corridas de toros había sido una equivocación, y ahora, quien ocupa ese mismo cargo, Josep Rull, asegura tajante: «No habrá toros en Cataluña, diga lo que diga el Constitucional».

Es un hecho que han sido y son muchas las personalidades políticas y sociales que han renegado de su afición por miedo a ser señalados por el sistema. Prefieren el silencio a festejar la libertad recobrada junto a los aficionados y por eso no serán nunca insultados por los pretendidos animalistas. Viven más cómodos, o no, en su Cataluña Feliz.

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