Así se vive el 1-O en toda Cataluña

Barcelona ha concentrado algunos de los momentos de tensión cuando la Policía ha intentado cerrar colegios electorales

Centenares de personas a las puerta de un colegio en Barcelona Efe

DELEGACIÓN BARCELONA

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Manifestantes protestan frente a la policía en un colegio electoral REUTERS

Barcelona, una ciudad en vilo desde las cinco de la madrugada

Aunque el despliegue de la Policía Nacional y de la Guardia Civil se ha desarrollado en todo el territorio catalán, el grueso de la intervención en Barcelona se ha desarrollado por parte del primer cuerpo, ante la completa pasividad de los Mossos d'Esquadra. En el barrio de Gracia, por ejemplo, a las cinco menos cuarto de la mañana ya había centenares de personas a las puertas de los centros Reina Violant, Univers, o en el centro cívico Fontana. Allí, el patrón se ha reproducido: visita de «cortesía» de los Mossos d'Esquadra para informar de que la votación era ilegal... y «buenos días tengan ustesdes».

Los dos centenares de personas que llenaban la calle Badia enfrente de uno de los centros, irrumpieron en aplausos. En general, y ahora mismo, no se tiene conocimiento de intervención alguna de la Policía Nacional en el barrio de Gracia, cuyas callejuelas estrechas habrán hecho desestimar una intervención que con probabilidad habría acabado con altercados mayores. Los sucesos más graves han ocurrido en el Eixample, en concreto en el instituto de secundaria Ramon Llull, donde los agentes del CNP han tenido que entrar al centro saltando la valla exterior. En medio de una gran tensión, la Policía acabó abandonando el lugar teniendo que hacer usa de las escopetas de pelotas de goma. Menos problemática fue la intervención en el IES Jaume Balmes de la calle Pau Claris, donde las UIP entraron y se llevaron las urnas y el resto de material en pocos minutos, sin necesidad de hacer uso de las porras, y tan solo empujando con los escudos.

En la Escuela Infant Jesús, en la Travesera de Gràcia de Barcelona, se han vivido momentos de tensión cuando antidisturbios de la Policía Nacional se han personado y han intentado despejar la entrada del colegio, frente a la que se agolpaban decenas de personas. Con furgones policiales cortando la calle en ambos extremos, las fuerzas policiales han intentado desaloja a la gente levantándola del suelo o empujándola, a lo que unos manifestantes respondían con gritos de «Votarem!» y otros pidiendo silencio para que nada pudiese interpretarse como una provocación. Durante la intervención, una mujer ha resultado herida en la cabeza y una ambulancia ha tenido que atender a un hombre que se ha caído contra unas motocicletas aparcadas durante el forcejeo con la policía. Las puertas del colegio seguían cerradas con gente dentro, y después de algo más de una hora de despliegue, la policía se ha retirado.

En la Gran Via de Barcelona, a la altura de la calle Borrell, dos largas colas rodean la manzana. El destino, el Colegio Diputació. Hay gente como Ferran que lleva casi cuatro horas esperando. «He estado toda la madrugada con amigos y luego he enganchado y he venido a votar. La excitación me impide dormir», dice el barcelonés. Otra mujer, que se ha traído una silla de casa, espera impaciente ver algún movimiento en la cola. «No se mueve», «Dicen que es porque no han llegado las urnas», indica a ABC. El motivo no es ese, sino «problemas de conexión en la red», según precisa a este diario un joven que organiza a la gente en las puertas de esta céntrica escuela del Ensanche barcelonés.

«¡Móviles modo avión, por favor!»

«¡Por favor conecten los móviles modo avión!», grita el joven con un altavoz. Sobre las 10.20 horas se resuelven los problemas informáticos y se produce el primer voto. «Votarem, votarem, votarem!!!», corean los presentes entre aplausos. En plena cola para acceder a las puertas del centro, un grupo de presentes mira fijamernte a una ventana donde suena el himno de España. «Ya son ganas de provocar», comenta uno de los votantes. Pasadas las 11.00 horas la Policía llega a la escuela. Los agentes son recibidos con insultos. Se producen momentos de gran tensión entre los presentes y las fuerzas de seguridad del Estado.

A pocas manzanas, en el Colegio Els Llorers de Barcelona, la espera para votar no es tan larga. «Creo que no han podido votar todavía. Entran y salen pero no sé si votan», dicen a este diario un par de mossos que observan desde lejos los movimientos a la entrada del colegio. Sobre las 10.40 horas se empieza a votar, sin que hubiera llegado la policía. Las colas se engrosan con gente que procede del colegio Diputació. «Las cosas se han puesto feas allí. Aquí hay menos gente y no hay policía aún», comenta Joana a este diario. Hay expectación pero no tensión. Los presentes temen la llegada de las fuerzas del orden. «Si vienen nos encontrarán», precisa Jordi a este diario.

«Si vienen, culo al suelo»

Como habían pedido las entidades independentistas, centenares de vecinos se han concentrado a las 5 de la madrugada en los colegios electorales de Les Corts, muchas con sillas plegables incluídas. A pesar de la lluvia y de la bajada de temperaturas en Barcelona, han aguantado heroicamente hasta las 9 horas de la mañana, hora prevista de la apertura de sedes. En colegios como el Pare Manyanet , Ítaca o también el casal d’avis de Montnegre el arranque electoral se ha retrasado por los problemas informáticos y, aunque nerviosos, han permanecido en silencio hasta que pasadas las 9.30 horas han avisado de la puesta en marcha de la maquinaria electoral.

Durante las intensas esperas, miembros de las mesas han ido saliendo para ir dando instrucciones subidos a sillas o escaleras. A las 5.40 horas, en el Pare Manyanet salían desde dentro para pedir que faltaba una persona para tener las mesas constituidas. «Si vienen, culo al suelo. Todos juntos, cogidos y sin hacer nada. Y sobre todo, haced fotos y vídeos de todo», recomendaban tres horas más tarde en el Ítaca.

En la parte alta de la Nova Esquerra del Eixample, el instituto Escola del Treball es uno de los que habitualmente acumula más mesas de votación y esta mañana tiene los patios llenos de gente que espera pacientemente a poder votar. Allí, sobre las 10 horas había gente que, viendo la cantidad de personas congregadas decidían intentar marcharse a otro centro. Fuera, miembros coordinadores de ese colegio electoral les suplicaban que se quedaran. "Es necesario que todos nos quedemos todo el día aquí. Si hace falta, votaremos a las 21 o 22 horas, pero esto tiene que estar lleno», les dicen.

«Votar, votaremos»

Otro punto caliente de Barcelona, aunque con menos intensidad, ha sido en el barrio de la Sagrada Familia. En el colegio Tabor (calle Cartagena), uno de los más grandes del distrito, ya había decenas de personas ocupando el «colegio electoral» para impedir que fuera precintado antes de las 8.00 de la mañana.

Desde primera hora, una pareja de policías locales regulaba el tráfico de las calles adyacentes, debido al corte de la calle Cartagena por el gran número de personas que se concentraba a las puertas del colegio para votar. Alrededor de medio millar. Y otra pareja de mossos hacía guardia en la calle Valencia.

Poco antes de las 10.00, un «responsable» del operativo electoral informó a los presentes que por un problema informático retrasaba la apertura de la jornada: «Votar, votaremos, pero nuestros amigos están cortando internet. Votaremos, pero paciencia».

Ya a las 10.00, tres furgones de la policía autonómica, con una veintena de agentes, han llegado para advertir de que tenían órdenes de entrar en el colegio para retirar las urnas el material electoral.

Tras negociar con los «responsables» del operativo electoral, han intentado acceder hasta la puerta pero la respuesta de los que ocupaban la vía ha sido la de sentarse en el suelo. Media vuelta de los mossos. Aplausos. Un agente, mientras se retiraba hacia los furgones, animaba a los presentes a seguir aplaudiendo. A las 10.47, finalmente, ha abierto el colegio para votar.

Información de Àlex Gubern, Esther Armora, Daniel Tercer, David Morán y Anna Cabeza.

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Colas en un colegio de Tarragona para votar EFE

Prisas en los colegios pero tranquilidad en Tarragona: «Aquí muchos no queremos votar»

«¡Corred, entrad rápido!». Esa ha sido la consigna que ha dado comienzo al 1-O en uno de los pocos centros de votación habilitados a tal efecto en Tarragona, una capital catalana que, tradicionalmente, ha dado la espalda al independentismo. Las prisas por acceder al instituto Martí Franqués, una vez constatado que los Mossos no iban a ser un impedimento alguno para celebrar el referéndum ilegal, se debían a las noticias que llegaban desde Barcelona, donde la Policía Nacional estaba en esos instantes accediendo a colegios para llevarse las urnas. En los demás, aquellos tarraconenses que han querido votar esperan ahora en la calle porque, aunque hay urnas, no funciona el sistema informático e internet está cortado de forma intermitente. La policía ha entrado en al menos cinco colegios a esta hora.

«Vamos a votar», coinciden varias personas consultadas por este diario en el patio del Martí Franqués, donde cientos de personas esperan la noticia de que se ha restablecido internet. «Sólo ha funcionado con un voto», confirman desde una de las mesas de la sala de votación, donde se encuentran los observadores internacionales y los votantes acceden con cuentagotas.

Menos aún son los que han podido introducir su papeleta en la urna con alguna garantía, ya que una vez que el sistema informático ha caído, miembros de la organización presentes en los colegios han reconocido que no se puede controlar quién vota y, por ende, si vota varias veces en distintos lugares. «Me siento bien, llevaba esperando votar muchos tiempo. De joven no me lo imaginé», indica Salvador Figuerola, un vecino de 84 años que ha introducido su voto en la urna.

Fuera del instituto, la paciencia se pone a prueba. Algunos se han podido sentar y otros cientos tienen que aguantar de pie. Pocos gritos a favor de la independencia se escuchan esta mañana, algo que extraña a aquellos que no quieren participar en el referéndum y que, esta mañana, pasean por la otra acera.

Desde allí, con más perspectiva, la concentración de gente en el patio del instituto parece menor que desde dentro y también se percibe cómo hay otras personas que no detienen su paseo para intentar votar, sino que pasan de largo. «Date cuenta que aquí hay gente, es verdad, pero también hay mucha más gente que está haciendo otras cosas o en casa porque no queremos venir a votar», explica José Manuel Pons, que añade otra reflexión para intentar sintetizar la opinión que el 1-O genera en Tarragona: «Aquí gobierna el PSC con el PP y, con lo difícil que es juntarlos, creo que con eso te lo digo todo».

Algo menos sosegada estaba la charla que mantenían José Garrido y Francisco Gutiérrez con otros dos amigos en la plaza del Ayuntamiento. «Cuando sea legal, votaré, pero así no», clama Garrido, a quien su colega contesta una espantada en dirección al instituto más cercano para votar. Para bajar la tensión, y ya sin el amigo soberanistas en la charla, Gutiérrez calmó los ánimos: «Esto no es Barcelona pero también hay cierta división de opiniones».

El destino al que se dirigió el amigo de estos dos hombres fue el instituto Pons d'Icard, donde la cola, también numerosa, daba la vuelta al edificio, situación provocada por la falta de conexión a internet y la intervención del sistema informático en el que se apoyaba la consulta. Más de lo mismo frente al local de la Colla Jove de Tarragona, donde unas 100 personas aguardaban a que alguien dijera que los sistemas volvían a operar.

Pese a estas aglomeraciones, con solo alejarse tres calles, la capital tarraconense respira con la tranquilidad habitual de un domingo por la mañana que se altera puntualmente -aunque no poco- cuando los dispositivos de la Policía Nacional irrumpen en los colegios electorales.

El procedimiento siempre es el mismo: primero llegan los destellantes azules, después se escuchan los motores de una comitiva formada por hasta 30 furgones y, por último, los agentes procesionan hasta los diferentes centros, dónde son recibidos al grito de «votarem».

Precisamente durante la intervención en el IES Tarragona, el presidente de ERC en Tarragona, Sergi Albarrán ha resultado herido después de que la Policía entrara en el centro educativo para retirar urnas de un centro de votación.

Crónica de Enrique Delgado desde Tarragona.

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Agentes de los Mossos en Lérida EFE

Calma tensa en Lérida, donde el secesionismo llena los centros de votación

Una mujer joven da el pecho a un bebe, mientras sus otras dos hijas pintan un cuaderno. Su marido, al lado, sostiene un carrito. Toda la familia hace cola, tranquila, en el centro de formación de adultos Juan Carlos I de Lérida, uno de los centros de votación habilitados en esta ciudad por los independentistas para votar en el referéndum ilegal. Como ellos, decenas de personas aguardan su turno para introducir la papeleta en las urnas. La escena familiar transmite la calma que viven algunos puntos de votación de esta ciudad catalana, pero esconde una inquietud de muchos: que en cualquier momento aparezcan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para evitar la votación, suspendida por el Tribunal Constitucional.

Patricia, natural de Lérida y de 41 años, habla por teléfono con familiares y amigos, que le cuentan como la Policía ya ha llegado a otros puntos de votación de Lérida. Ella, contenta pero inquieta, ya ha votado y continúa en las inmediaciones del centro. Considera que el Gobierno no les ha dejado otra salida que votar sin garantías, al evitar el diálogo, según su opinión. Explica que se convirtió en independentista cuando el Constitucional declaró nulos algunos artículos del Estatuto de Autonomía aprobado en 2006 y se ríe al contar que su marido, socialista, se ha quedado en casa, en desacuerdo con la votación ilegal.

En la entrada de este centro de votación, en la calle de la Mercé de Lérida, dos agentes de los Mossos hacen ronda sin impedir la celebración del referéndum. Presencian con calma cómo los militantes independentistas colocan un contenedor para bloquear la calle por si llegan otros agentes policiales.

Esa actitud pasiva de los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica de Cataluña, también ha permitido que reine la calma en el instituto Ronda, en el que d ecenas de personas hacían cola para introducir la papeleta que les pregunta si quieren que Cataluña se convierta en una república independiente. Los agentes se ponen nerviosos al ser preguntados por qué los independentistas votan con tanta normalidad, después de que la jueza del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña Mercedes Armas ordenara precintar los centros.

En el instituto Ronda, uno de los más grandes de Lérida, los vocales de las mesas electorales apuntan a mano los nombres e identidades de los votantes, que han acudido en grupos familiares y de amigos. El sistema electrónico y el censo universal anunciado por la Generalitat no ha funcionado. Los dos agentes de los Mossos presentes en este centro se excusan en que una multitud de gente les bloqueó la entrada al llegar al lugar, a primera hora de la mañana, y que se limitaron a levantar acta. Los militantes independentistas ocuparon este centro e hicieron noche durante todo el fin de semana para evitar precisamente que los Mossos impideron su apertura. Un independentista que ha hecho ronda por todos los centros durante la noche del sábado, Salvador, reconoce que sabían que los Mossos no serían un obstáculo.

Con esta movilización y la disposición de los espacios de la Generalitat, los independentistas han conseguido votar sin apenas problemas en la ciudad de Lérida, a pesar de que algunos votantes explican que ha habido cargas de la Guardia Civil en otros puntos, como en el barrio de Cappont. El secesionismo también ha esquivado así la negativa del alcalde socialista de la ciudad, Ángel Ros, que se negó a cedes espacios municipales para el referéndum ilegal y que fue señalado por las juventudes de la CUP.

Crónica de Luis P. Arechederra.

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Cambio de planes en el colegio de Puigdemont

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha asegurado que «la vergüenza acompañará para siempre» a España después del despliegue policial que trata de impedir el referéndum ilegal por la independencia en este domingo 1 de octubre. El dirigente catalán ha acusado al Gobierno de Mariano Rajoy de haber «ordenado violencia injustificada» a la cuerpos policiales «contra gente que defensaba (sic) los colegios electorales» en Cataluña. Y ha concluido que lo sucedido hoy «describe perfectamente la pésima imagen exterior de España».

Puigdemont n o ha acudido esta mañana al polideportivo de su municipio gerundés, San Julián de Remi, por el fuerte dispositivo de la Guardia Civil -formado por unos cien agentes y un helicóptero-, y se ha desplazado a Cornellá de Terri, a 12 kms para depositar su papeleta. Lo ha hecho sobre las 9.45. Solo dos hora antes, la Generalitat comunicaba que la consulta tendría «censo universal», es decir, que cualquiera podía votar en cualquier sitio.

Tras llevarse la Guardia Civil las urnas de San Julián, Puigdemont ha comparecido en el polideportivo, donde los vecinos repartían coca -un bollo catalán- y se sacudían la tensión vivida por la presencia policial. Decenas de ellos se han enfrentado a los agentes durante dos horas, a los que han gritado e insultado, aunque sin mayores incidentes. La Guardia Civil rompió algunas puertas y ventanas para llevarse las urnas, que habían estado ocultas en la iglesia local.

Puigdemont, sin admitir preguntas, ha acusado al Gobierno de emplear «violencia injustificada, desmedida e irresponsable» con «balas de goma». Y ha asegurado que lo ocurrido hoy despeja el escenario político, aunque sin detallar qué hará el Govern a partir de mañana. «Hoy no solo se ha impedido el deseo de los catalanes de votar y de poder decidir libremente su futuro, sino que de ha permitido resolver las dudas», ha dicho.

Crónica de Itziar Reyero.

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