Bernardo Fernández - TRIBUNA ABIERTA

Últimos presupuestos autonómicos

Para la CUP estos deberían ser los últimos presupuestos autonómicos. Eso mismo dijo Esquerra en 2013

Bernardo Fernández
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Después de varios meses de reuniones, más o menos discretas, entre miembros de la consejería de Vicepresidencia, Economía y Hacienda y miembros de la CUP, los antisistema han dado su plácet para que los presupuestos de la Generaitat de Cataluña para 2017 inicien su trámite parlamentario.

Esas cuentas, pactadas con los anticapitalistas, llegan trufadas de impuestos que se incluirán en el cajón de sastre que es la Ley de Acompañamiento.

Los hay para todos los gustos. Desde uno para las grandes superficies que pretende gravar los efectos medioambientales u otro que será una tasa turística que recaerá sobre aquellos que se alojen en apartamentos turísticos. Asimismo, se crea otro más con el que la Generalitat grabará “el número de desintegraciones nucleares”.

En este caso, se ha reconvertido el antiguo impuesto sobre las nucleares que tumbara el Tribunal Constitucional. Y, como no, se vuelven a querer penalizar las bebidas azucaradas, algo que ya intentó Artur Mas, pero tuvo que desistir ante las fuertes presiones de la industria.

Esta cascada de impuestos castiga de nuevo a las ya muy maltratadas clases medias, familias numerosas y monoparentales. Según los expertos en fiscalidad los nuevos tributos no son nada acertados. Argumentan que la supresión del 1,5% de deducción del IRPF para jóvenes, personas en paro o con hijos a su cargo y que pagan hipoteca es un ataque sin paliativos a las economías más débiles.

En definitiva, unos números hechos para contentar a los que nunca estarán contentos (los antisistema) que, además, podrían ser recurridos si incorporan partidas para iniciativas independentistas, y entonces quedarían sin efecto.

Los presupuestos son el arma más potente y eficaz de que dispone un gobierno para reducir las desigualdades sociales. Sin embargo, todo indica que el ejecutivo de Carles Puigdemont prefiere fantasear imposibles, dejará pasar la oportunidad y no utilizará los dineros de que dispondrá el año próximo para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y combatir las emergencias sociales existentes en Cataluña. Paro, precariedad laboral, pobreza o riesgo de exclusión social son, tristemente, algo cotidiano en nuestra sociedad. No obstante, en la Plaza Sant Jaume no se dan por aludidos.

De todos modos, si la situación no fuera tan dramática, tendría su gracia: para los antisistema estos deberían ser los últimos presupuestos autonómicos. El problema es que, eso mismo dijo Esquerra en 2013 y, ahí seguimos.

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