Joan Carles Valero - LETRAS EXPECTATIVAS

La sonrisa del mundo

En el occidente industrializado se impone la nueva realidad de un clima global de escasez

Joan Carles Valero
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En el occidente industrializado se impone la nueva realidad de un clima global de escasez que contrasta con la era de la exuberancia irracional hasta que estalló la crisis en 2007. El profesor del IESE José Luis Nueno defiende en su libro “¿Puede el marketing salvar el mundo?” que el siglo XX constituyó la era de la abundancia y el XXI se caracterizará por lo contrario: la escasez. El declive demográfico, la desigualdad económica, las carencias educativas y laborales, el populismo y el riesgo de colapso del estado del bienestar son las variables que configuran el horizonte.

En España ocurre de forma especial, dado que los jóvenes lo tienen muy duro y escasean tanto los empleos como la igualdad y la formación de calidad mientras peligran los beneficios sociales.

En suma, ha desaparecido lo que permitía el surgimiento de una clase media que durante el siglo XX tuvo posibilidades de consumir y generar un circuito de retroalimentación que funcionó.

Ahora escasean los recursos para generar riqueza, los ciudadanos son en general más pobres y crece el clima de descontento. Escenarios en los que marketing y política desempeñarán papeles claves en tanto creadores de expectativas. Como resulta difícil aumentar la oferta, los partidos políticos y las empresas no tendrán más remedio, dice Nueno, que alentar la reducción de la demanda y modificar las expectativas de los ciudadanos, educándoles hacia la sostenibilidad.

Los desafíos de la escasez obligan a apostar por el conocimiento y empleos de calidad, pero también por el autoempleo, el emprendimiento, la especialización y la reindustrialización. Para evitar falsas expectativas hay reflexionar sobre esos conceptos a fin de casar nuestras necesidades con la nueva realidad. Los populismos de izquierda y de derecha han surgido en un momento de agotamiento de un modelo anticuado en el que la retórica partidista y la decepción de los votantes alimentan un juego de expectativas igual de obsoleto.

Los economistas denominan la curva de la sonrisa del mundo a la trazada por el valor de las tareas más creativas a ambos extremos de la cadena de producción, como diseño y marketing, que se quedan en los países ricos del norte, mientras la fabricación va a los países del sur. Un ejemplo de compañía que genera una gran sonrisa es Calvin Klein, que este año ha contratado a Raf Simons, anterior diseñador de Dior, y al cantante Justin Bieber para la campaña de publicidad, mientras sigue confeccionando la ropa en Bangladesh. Nacionalismos como el de Trump quieren borrar esa sonrisa para quedarse la producción también en sus respectivos países. Y el mundo entristecerá.

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