Sergi Doria - SPECTATOR IN BARCINO

Sin respetar a sus socios

El «Més que un club» se ha utilizado en los últimos tiempos como una proclama nacionalista, lamentaba el añorado Javier Coma

Sergi Doria
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Pertenezco a la generación que pasó su infancia sin celebrar una Liga del Barça. Cuando la directiva de Agustí Montal fichó a Johann Cruyff, se ganó la primera, catorce años después de las cinco copas del gran Helenio Herrera. Con el holandés comenzaba un ciclo virtuoso que culminaría en el «dream team”»y demostraría que los árbitros no eran los únicos culpables de nuestras derrotas.

El Barça antes de Cruyff ganaba casi siempre por uno a cero: la cantera del Condal con Eladio, Rexach, Pujol y Martí Filosia. Cuando este último fallaba un gol, el público parafraseaba una canción de La Trinca a modo de abucheo: «¡Ay Martí, la mare que et va parir!» Pero aquel Barça de tan magro palmarés expresaba, con todas sus limitaciones, el mínimo común denominador de un catalanismo asumible y transversal.

Como sucedió con la Dictadura de Primo de Rivera, el club asumió un papel supletorio de expresión ciudadana bajo el franquismo; de ahí el lema de «El Barça és més que un club». Como recordaba el añorado Javier Coma, autor del eslogan en 1973: «Yo veía el Barça como un fenómeno que, de algún modo, aglutinaba o simbolizaba, en el ámbito deportivo, la esperanza en el inmediato final de la dictadura».

Ya en democracia, el banquero Pujol quiso acaparar el Barça pero el inesperado Josep Lluís Núñez, impopular constructor de chaflanes, ganó las elecciones a Ferran Ariño y consiguió atraer a su causa al «catalanísimo» Nicolau Casaus. Núñez cometió infinidad de errores pero siempre evitó que el Barça deviniera en apéndice del nacionalismo gobernante: entre los directivos del nuñismo, el entonces socialista y hoy independentista Jaume Sobrequés.

Lo que vino después es sobradamente conocido. Laporta, Ferran Soriano, Sandro Rosell y el actual presidente Bartomeu. En 2013, Coma lamentaba la manipulación del Més que un Club: «En los últimos tiempos ha sido utilizado como una proclama nacionalista, y ya no se sabe muy bien si también se usa y abusa del mismo como una hipotética plasmación del espíritu independentista o secesionista. Está claro que ahora se le otorga significados que no coinciden con los propios de su alumbramiento en 1973. Conviene puntualizar, aquí, que todo eslogan publicitario queda propiedad de la entidad que lo ha encargado y pagado, por lo cual me siento muy ajeno al uso que el Barça dispense al intelectualmente mío». Mientras leía estas palabras de Coma en el libro «Voces de ahora», año 2013, el Camp Nou abría sus puertas a Òmnium Cultural y la ANC para el llamado «Concert per la Llibertat», acto de afirmación promocionado desde el establishment secesionista. El Barça había renunciado a ser de todos sus socios y pasaba a servir a esa parte que impulsa el llamado Proceso.

Llegaron luego las invasiones de esteladas y el sábado 6 de mayo, -casi de forma clandestina-, la junta de Bartomeu se adhirió con un lacónico comunicado al Pacto Nacional por el Referéndum. Hace demasiado tiempo, y lo constato con tristeza, que este club dejó de respetar a sus socios.

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