«Yo no soy funcionario. Si hoy no trabajo me descuentan 100 euros»

Los piquetes impiden abrir a muchos comercios del centro de la ciudad

Un piquete de la CNT irrumpe en un Caprabo y roba algunos productos

Uno de los establecimientos que permanecieron ayer abiertos ABC

E. ARMORA / L. ARECHEDERRA

Apenas 48 horas después del referéndum ilegal, en plena oleada de protestas por las cargas policiales del domingo, Cataluña vivió ayer una jornada a medio gas por la huelga convocada por los sindicatos minoritarios y el «paro de país» promovido por CC. OO. y UGT. La mayoría del pequeño comercio -un 90 por ciento según las patronales- cerró sus puertas o las dejo medio abiertas por temor a represalias y solo algunas grandes superficies optaron por levantar la persiana en un ambiente de máxima crispación. Fue un día difícil para los agnósticos a la causa independentista que decidieron abrir sus negocios. Muchos de los tenderos que no secundaron el paro, tuvieron que cerrar por las acciones de presión de algunos manifestantes.

Es el caso de Júlia, la encargada de una frutería de la calle Comte d'Urgell, que, junto a su esposo, tuvo que resguardarse en el trastero de la tienda cuando un grupo de manifestantes que se dirigían a la plaza Universidad les golpearon en la persiana y les dijeron: «¿Qué hacéis abiertos?», «¡Persianas abajo ya!». Tras requerirla picando en la persiana del comercio, la tendera asoma con precaución y dice a este diario: «No es que sintiera miedo. Simplemente he pensado que es mejor cerrar para evitar estas situaciones incómodas». No accede, sin embargo, a que la fotografiemos.

Manifestación en la calle ABC

Frente a su frutería, Toni, empleado de una droguería, asegura que ha endulzado la versión y que a sus vecinos «les han presionado y mucho». «Les han obligado a bajar la persiana. Cada persona debería ser libre de apoyar o no una huelga. Me parece injusto». Los motivos que le han llevado a trabajar son, según explica, económicos. «No soy funcionario ni estudiante. Si no trabajo me descuentan 100 euros».

Unos números más arrriba, en la misma calle, Vicenç, empleado de «Organic Market», una tienda de alimentos, explica a este diario los momentos de tensión que ha vivido cuando un grupo de personas armadas con esteladas le han increpado. «Querían que cerráramos sin atender razones. El más agresivo era un señor mayor que iba al frente. Intentaba explicarles que yo también comparto los motivos de la huelga pero que si la empresa ha decidido abrir yo debo trabajar», dice el trabajador.

Uno de los momentos más tensos de la jornada se produjo a primera hora de la tarde cuando un grupo de manifestantes con banderas de la CNT irrumpieron violentamente en el Capabro situado en el número 538 de la calle Gran Via. Según testigos presenciales, los alborotadores «incitaban a la gente a robar».

Colmado Sabor i Tradició ABC

Muchos de los que desoyeron la llamada al paro lo hicieron por una doble causa, para no perder dinero y para no poner en riesgo su puesto de trabajo. Julián, empleado del colmado «Sabor y Tradición» ubicado en la confluencia de la calle Tamarit y Comte Borrell, explica que ha decidido ir a trabajar por varias razones: "Primero porque me lo ha dicho mi jefe, segundo porque pierdo dinero si no lo hago y tercero y más importante, porque tenemos familias que mantener".

La presión provocó que una empleada de una tienda en la esquina de la Rambla de Cataluña y la calle del Consell de Cent, en el barrio de Gracia, se negara a comentar si apoyaba o no la huelga. «No podemos hablar», respondió a ABC. En la misma zona, dos trabajadores de una multinacional de zapatillas deportivas explicaban que la dueña les descontaría el sueldo si no trabajaban. «Y hay que comer», aseguraron. También hubo comercios que se quedaron a medias, como la tienda de ropa de niños de Yolanda, de 41 años, que abrió por la mañana pero cerró por la tarde. Apoyaba los motivos del parón político a medias: cerró por las cargas policiales, pero abrió por que el 1-O «es una chapuza».

La encargada de una tienda de comida rápida y dulces del barrio de Gracia tenía la persiana a medio bajar, pero atendía con simpatía a una pareja de turistas chinos. Cerró el local en tres ocasiones, siempre que los protestantes independentistas o piquetes se lo solicitaban. En cuanto se marchaban, volvía a abrir y vendía donuts, palmeras de chocolate o pizzas. «Soy más independentista que nadie, pero no voy bien», se justificó en alusión a su situación económica, como si estuviera obligada a explicar por qué decide trabajar y no secundar la protesta secesionista.

Una escena similar se vivió en la Rambla, la arteria más turística de la ciudad. Un grupo de quince jóvenes que portaban esteladas, encabezados por un hombre mayor barbudo a la guitarra, recorrían la calle, paraban en los locales abiertos, cantaban la canción L'Estaca y pedían a los responsables que cerrasen el negocio «por solidaridad con Cataluña». La mayoría les ignoró, pero el empleado de un local de comida turca les hizo caso y cerró a su paso. El trabajador que servía kebaps volvió a abrir al momento, en cuanto los manifestantes bajaron la calle. El empleado, que reconoció a ABC que no entendió nada de lo que dijeron, habló con el dueño, turco como él, quien prefirió trabajar.

En los alrededores de la plaza de la Universidad, donde estaban citados los independentistas, la decisión de los comercios estuvo marcada por las presiones o la presencia de los manifestantes. Las tiendas de la calle Pelaio, sobre todo las grandes cadenas como Stradivarius, Berskha o Women Secrets, funcionaron con normalidad a primera hora, entre las diez y las once. Cuando la masa de miles de jóvenes se congregó en dicha calle, desbordada de gente, todos los comercios cerraron.

Los manifestantes, que abarrotaban toda la zona, cantaron por la independencia, cargaron contra la prensa española y pidieron que se vayan de Cataluña las Fuerzas de Seguridad, a las que insultaron. «Hacen cosas, los catalanes» u «os vais a quemar en la Plaza de Sol» son algunos de los cánticos de los concentrados, en su mayoría gente muy joven, que no paraban de corear lemas.

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