Joan Carles Valero - Letras expectativas

Feminismo versus edadismo

A mi juicio, la mayor discriminación la padecen los mayores de 50 años que se ven paulatinamente apartados de sus empleos por razones de edad

La protesta de la mujer ha desplazado la de los pensionistas y acapara la atención por su huelga general convocada para este jueves. La estadística señala una desigualdad salarial por razones de sexo, pero sin matizaciones. El resultado de la media es que los hombres salen mejor pagados porque trabajan más horas. Es el trabajo a tiempo parcial y las actuales medidas de conciliación familiar, como la reducción de jornada o la excedencia laboral por cuidados de hijos o familiares, las que inciden y acentúan la desigualdad de la mujer en España. Lo pone de manifiesto el Indicador de Desigualdad de Género en España 2018 que ha elaborado el Observatorio de Investigación de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (RACEF) que dirige Ana María Gil, catedrática de Economía de la Universidad de Barcelona.

La autora del estudio señala que la ley debería garantizar que padres y madres puedan cuidar de sus hijos de forma equitativa e implementar políticas para que así sea, de la misma forma que fomentar que el cuidado de personas dependientes recaiga tanto en hombres como en mujeres, como ocurre en algunos países europeos que ya tienen una legislación que lo facilita.

A mi juicio, la mayor discriminación la padecen los mayores de 50 años que se ven paulatinamente apartados de sus empleos por razones de edad. El edadismo en la era de la exaltación de la juventud, causa una generalizada desigualdad porque es transversal y afecta por igual a mujeres y hombres. Resulta paradójico prescindir de los mayores cuando crece la esperanza de vida y los catalanes reducen la tasa de natalidad a 1,34 hijos, muy lejos de la de reposición, situada en 2,1. Expertos en demografía alertan hace tiempo del drama de un «procés» en el que la primera maternidad llega a los 33 años y dificulta la llegada de más hijos. Adelantarla, evitaría el envejecimiento de la sociedad y el hundimiento del Estado del Bienestar.

Empresas e instituciones no pueden abandonar en la papelera de la historia a los mayores en sus plantillas y programas políticos, porque también hay «seniors» entre sus clientes, proveedores y votantes. El desafío generacional afecta a todos los aspectos de la sociedad y, por supuesto, a la gestión del talento y de las organizaciones. Frente a la pretendida igualdad entre sexos, el edadismo ya nos iguala.

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