Miquel Porta Perales - El oasis catalán

Fanatismo

Si el fanatismo consiste en la defensa ciega y obcecada de una idea, un proyecto o una causa, nuestro ejemplar y modélico independentista es un fanático

Se presentan -eso puede leerse en su tarjeta de exhibición- como ciudadanos ejemplares. Modélicos. Se preocupan -dicen- por la defensa de la democracia, la libertad y los derechos fundamentales. Y desean lo mejor para todos. Por ello y para ello -ningún medio o soporte les resulta ajeno: han conseguido la omnipresencia-, levantan la voz, se organizan, reivindican, se movilizan y se manifiestan en las plazas, las calles, la prensa, la radio, la televisión y las redes sociales. Claro que sí: estoy hablando, por supuesto, del independentismo catalán. Nada es lo que parece. Sin rodeos: bajo el angelismo independentista se percibe el fanatismo de la masa secesionista.

Si el fanatismo consiste en la defensa ciega y obcecada de una idea, un proyecto o una causa, nuestro ejemplar y modélico independentista es un fanático. Se trata del denominado fanatismo permanente o programático que se distingue por el supremacismo, la inflexibilidad, el autoritarismo, la deriva antidemocrática, la intolerancia, el populismo y la incapacidad manifiesta de aceptar al «Otro». Un fanatismo que se presenta ante ustedes de la mano de un fundamentalismo -iluminado, maniqueo, absolutizador, reactivo, moralizador, mesiánico, excluyente- que se atrinchera y retrae. Todo eso -así se coloniza la consciencia del individuo- aderezado con abundantes dosis de sentimentalismo empalagoso.

Lo curioso del caso es que el fanatismo de la masa independentista es el peor enemigo de la causa nacionalista. Porque, facilita la pervivencia de la ficción de un presidente legítimo que nunca tomará posesión del cargo; porque, justifica la aplicación del 155 de la Constitución; porque, abona la teoría de la reiteración delictiva y lo que implica política y jurídicamente; porque impide -mal menor para el secesionismo- la investidura de una presidencia efectiva de la Generalitat de Cataluña; porque, obstaculiza que ERC y el PDECat se libren de esa mochila cargada de piedras que es Carles Puigdemont. Nunca tanta obcecación causó tamaño desvarío.

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