Daniel Tercero - Tribuna Abierta

El día después

Ni reunión institucional, ni repercusión política, ni más apoyo para su proceso rupturista e ilegal, ni Europa les escucha. Todo dentro de lo esperado.

Daniel Tercero
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Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Raül Romeva pronunciaron este martes una conferencia en una de las salas del Parlamento Europeo. La charla -sin preguntas para los periodistas presentes, pese a que la Generalidad se gastó más de 120.000 euros en publicitar el acto en los medios de comunicación- fue convocada por tres eurodiputados independentistas de Cataluña.

Al acto acudieron menos de una veintena de diputados (el Parlamento Europeo tiene 751), a cual más peculiar, y los tres convocantes embarcaron en Barcelona con todos los gastos pagados a unas 165 personas para escuchar a Puigdemont, Junqueras y Romeva, entre los que había alrededor de quince menores de edad y a los que hay que sumar el séquito institucional.

Hay días que en el Parlamento Europeo se celebran hasta quince eventos como el capitalizado por el presidente autonómico y sus lugartenientes.

De hecho, al día siguiente, representantes de Empresaris de Catalunya, de la mano de la eurodiputada Teresa Giménez Barbat (ALDE) y con otros seis eurodiputados en la sala, protagonizaron una conferencia para poner de manifiesto el elevado, irracional e innecesario coste económico que está suponiendo para Cataluña la tensión secesionista.

Es evidente que Puigdemont, Junqueras y Romeva consiguieron un éxito relativo. Un éxito comunicativo exclusivo de consumo interno. Los medios en Cataluña (y los de ámbito nacional) se hicieron eco de sus discursos, sin novedad argumentativa, por cierto; pero ahí acabó todo. Ni reunión institucional, ni repercusión política, ni más apoyo para su proceso rupturista e ilegal, ni Europa les escucha. Todo dentro de lo esperado.

Carlos Rivadulla, vicepresidente de Empresaris de Catalunya, recordó ayer, también desde el Parlamento Europeo, que uno de los objetivos de los políticos independentistas es que sus problemas se trasladen al resto de la ciudadanía, aunque sea enfrentando a la sociedad: «Su gasolina es la posverdad e intentan envenenar el debate público». Al día siguiente, amaneció en Bruselas. Lucía el sol. Lloviznaba en Barcelona

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