Joan Carles Valero - LETRAS EXPECTATIVAS

Corrección emocional

Para convencer políticamente no hay que utilizar datos. Lo principal es ser emocionalmente correcto

Joan Carles Valero
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El sector turístico parece indestructible. Y Barcelona es uno de sus principales baluartes por ser un destino que todo el mundo quiere visitar o revisitar. Pero este gran motor de la economía que representa el 9% del PIB global tiene dos debilidades: la seguridad y morir de éxito. Tanto a la administración pública como a muchos barceloneses les preocupa el modelo turístico de ciudades como Barcelona, que el año pasado superó los ocho millones de visitantes. Expertos de la Cornell University School of Hotel Administration (EEUU) y de la escuela de negocios IESE debatirán el próximo martes en Barcelona sobre estos y otros retos.

Amancio López, presidente de Hotusa, el principal grupo hotelero español independiente, sostiene que la seguridad es uno de los principales activos que nuestro país ofrece a los visitantes.

Una seguridad ahora en manos de Juan Ignacio Zoido, flamante ministro del Interior que, como político y ex magistrado, garantiza también nuestras libertades. Porque no hay que olvidar que seguridad y libertades son un binomio inseparable. En Cataluña, el responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado es desde el lunes Enric Millo como delegado del Gobierno. Unas horas después de haber tomado posesión del cargo, Millo acudió ayer a los micrófonos de Catalunya Radio para predicar con el ejemplo de que ésta va a ser una legislatura presidida por el diálogo.

Hace demasiado tiempo que nos centramos en lo políticamente correcto, pero opino como la periodista Sally Koan en su exitoso discurso TED en defensa de que en realidad lo más importante es ser emocionalmente correcto. No me importa que me digan “botifler”, siempre que lo escriban bien. Me da igual la palabra, lo importante es cómo se utiliza: ¿de forma afectuosa? ¿ingenua? o ¿dañina?. La corrección emocional es el tono, el sentimiento, cómo decimos lo que decimos. El respeto y la compasión que nos tenemos. Escuchando a Millo me he dado cuenta que para convencer políticamente no hay que utilizar datos. Lo principal es ser emocionalmente correcto.

Es imposible convencer a nadie si no le escuchas antes. Pasamos mucho tiempo hablando sin escuchar. Si lo hiciéramos más a menudo desde la corrección emocional, podríamos construir afinidades a partir de cómo decimos lo que pensamos y no tanto por lo que decimos. Nuestro reto es tener compasión por los otros, tanta como queremos que nos tengan a nosotros. Es así como comienzan las conversaciones que de verdad conseguirán el cambio. Ojalá Puigdemont y Millo conversen mucho yendo y viniendo de Girona, ciudad de la ambos son vecinos.

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