Mujeres del mundo rural ante el 8 de marzo

«¿Y qué conseguimos con la huelga?»

Las mujeres de los pueblos claman, como en la ciudad, por la igualdad, pero también son conscientes de que las dificultades son mayores

De izquierda a derecha, Milagros Herrera, Mª Teresa Serrano, Beatriz Fernández, Lidia Juárez, Belén Martín, Petra Martín, Nieves Ortega y Plácida Álvarez, en la plaza Mayor de San Martín de Valvení (Valladolid) F. HERAS

MONTSE SERRADOR

Acaban de terminar una de las actividades culturales que las reúne en un salón del Ayuntamiento de San Martín de Valvení . Son ocho de las 39 mujeres -de un censo de 91 habitantes - que viven en este pequeño pueblo de la provincia de Valladolid situado a tan solo 23 kilómetros de la capital y acariciado por la vega del río, sobre la que se levantan los majestuosos cortados del Pisuerga. Con edades comprendidas entre los 28 y los 60 años , las ocho féminas conversan sobre la celebración el 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer , una fecha que este año cuenta con la convocatoria de paros de dos horas realizada por los sindicatos mayoritarios y partidos políticos como el PSOE y de toda la jornada a propuesta de asociaciones feministas y otras organizaciones sociales. Todo para reivindicar, entre otras cosas, la igualdad real entre hombres y mujer es, la eliminación de la brecha salarial y la desaparición de la violencia de género.

Las vecinas de San Martín de Valvení perciben, como en cualquier otro pueblo o ciudad, estas realidades sociales aunque con el matiz que supone vivir en el mundo rural y las dificultades añadidas que en determinadas ocasiones eso genera. El estar cerca de un gran núcleo de población lo hace, no obstante, más fácil. Bien es cierto que las percepciones son distintas en función de las generaciones, más que entre el mundo rural y el urbano.

Pero en lo que estas ocho mujeres coinciden es en que ninguna va a secundar la huelga o el paro de dos horas del próximo 8 de marzo, aunque sólo dos de ellas tienen un trabajo remunerado por cuenta ajena, mientras que el resto es ama de casa o ha sido trabajadora y ahora está en paro. Plácida Álvarez , que ejerce de alguacila en el municipio, asegura que «yo no tengo opción, hay que hacer las cosas », una apreciación a la que se suma Belén Martín , que se encarga del servicio doméstico en una vivienda de la localidad. Beatriz Fernández , la más joven del grupo (28 años) y María Teresa Serrano , las dos en situación de desempleo, se están «pensando» cómo afrontar la jornada reivindicativa, mientras que Lidia Juárez tiene muy claro que acudirá a la manifestación que se llevará a cabo en Valladolid porque «queda aún mucho camino por recorrer en materia de igualdad». Entre ese «mucho» está, precisamente, la equiparación de sueldos: «Es intolerable e injusto que en 2018 por igual trabajo gane menos una mujer que un hombre ». En este punto, surge la discusión, ya que algunas cuestionan que exista tanta diferencia, como Plácida: «En mi caso, cobra lo mismo un alguacil que una alguacila». Concluye, no obstante que «dicen que hay mucha diferencia de salarios así que será verdad».

Tampoco -explican- se ha avanzado demasiado en el reparto de las tareas domésticas , que siguen siendo mayoritariamente cosa de mujeres, si bien, en este caso, la edad de la mujer marca la gran diferencia. Así, aunque Belén Martín apunta que la ventaja es que «hacemos lo que queremos en casa, eso es verdad». Lidia matiza: «Sí, pero llevamos el peso de todo y si trabajas fuera tienes que buscarte la vida ». Apunta, no obstante, que ella que encuentra colaboración en su pareja porque «me lo he currado con él». Sólo Mª Teresa afirma que en su hogar se reparten las tareas y marido y mujer llevan la casa a partes iguales. El resto (todas casadas salvo Beatriz) confiesa que sus maridos hacen poco o nada y «a esta alturas ya no le cambio », puntualiza Plácida. Es más, Petra y Nieves lamentan que «nosotras ayudamos a nuestros maridos en las explotaciones ganaderas, pero ellos no lo hacen en casa ». La polémica está servida ante una afirmación: «Si mi marido trabaja ocho horas, cuando llega no me va a ayudar a mí», una situación que, a la inversa, sí se produce porque si es la mujer la que trabaja fuera -coinciden todas- es ella la que también lleva el peso de la familia. Así que concluyen que «la culpa es nuestra» , sobre todo porque, como dice Lidia «no tenemos que decir que mi marido me hace las tareas porque es cosa de los dos; no se trata de ayudar sino de repartir».

Todas afirman que la igualdad real entre hombres y mujeres hoy no existe, pero también reconocen que se van produciendo avances y que las nuevas generaciones empiezan a actuar de distinta forma . De hecho, creen que la actitud de la mujer es clave para que sus parejas actúen de una u otra forma. «Es verdad que ahora están más pendientes», apunta Belén, y como muestra, Petra expone cómo su hijo, ya padre, actúa de forma mucho más comprometida en su rol paternal, algo que no hacían las generaciones anteriores.

Es, precisamente la maternidad, la cuestión que enciende el debate y en la que todas están de acuerdo: a día de hoy, sigue siendo un obstáculo para la igualdad porque la madre es, dentro de la pareja, la que está dispuesta a sacrificar su vida laboral. Lidia lo tiene claro: «No se avanzará lo suficiente hasta que no se vea la importancia de tener hijos y seamos conscientes de que vamos a tener un problema, porque sólo hay mayores ». Y para ello, añade Beatriz, la más joven, «hay que tomar medidas para facilitar la maternidad en las mujeres trabajadoras porque hasta ahora no hay las suficientes ». Medidas que, para Belén, tienen que pasar, por ejemplo, por permitir «que las madres puedan trabajar sólo por la mañana», y que ese horario «no tenga consecuencias», apostilla Lidia. «Está claro que la maternidad es un lastre para la mujer trabajadora» , insiste Mª Teresa, quien pide al Gobierno más facilidades para que «tu carrera profesional no se trunque». Sus compañeras añaden que con esas medidas de reducción de jornada, son las mujeres las que acuden a ellas porque «el hombre no se las plantea».

Violencia de género

Un último tema de debate es la violencia de género , donde el pesimismo se adueña de la tertulia de estas vecinas de San Martín de Valvení. «Es muy difícil acabar con ella cuando no se llegan a cumplir ni las órdenes de alejamiento », comienza por señalar Milagros. «Esto ya es como una guerra en la que nos hemos acostumbrado a las muertes como algo cotidiano », añade Mª Teresa, quien denuncia que en algunas ocasiones los asesinos son reincidentes. Lidia apela a la educación que reciben los hijos a los que, desde pequeños, hay que inculcar valores y, sobre todo, a poner en marcha nuevas medidas contra la violencia machista porque «las que están en marcha están demostrando ser ineficaces , no sé si porque no son suficientes o porque no se protege bien a las mujeres», se queja Beatriz. Todas comparten esas afirmaciones pero, al mismo tiempo, niegan con la cabeza. Es el «no» a la violencia machista y a la impotencia que supone reconocer que es muy difícil acabar con esta lacra social . Sólo confían en un arma, la educación y, un poco menos, en las medidas judiciales y policiales que, hasta ahora, no han sido suficientes.

La tertulia acaba como empezó: «¿Váis a hacer huelga o, al menos, a parar algunas horas el 8 de marzo?» Nadie asiente y sólo Petra se explica: « ¿Qué vamos a conseguir? ; con las movilizaciones ganaderas no sólo no logramos nada sino que hemos ido a peor». Y Nieves añade: «A estas alturas, en nuestras casas poco podemos cambiar ». La opción de colgar el delantal en las ventanas como símbolo de lucha durante la jornada tampoco parece viable. «La mitad de las casas están cerradas y pocos se iban a enterar», concluyen.

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