Violetas

De nuevo, sábado de reflexión; o sea, que no toca escribir de política, pues así lo dicta una ley que presupone que el ciudadano se ha pasado la jornada sabatina meditando su voto, calculando pros y contras de su papeleta, sopesando la decisión que hoy, domingo de elecciones, expresará en las urnas. Y tal ley pretende que el día previo el buen ciudadano no se vea influido (influenciado, como ahora se dice en el lenguaje «tertulianés») por encuestas o por campañas informativas.

Y en éstas, llegó el «brexit», un palabro que el moderno periodismo escribe con mayúscula, como internet, mientras articulistas y escritores, incluido algún académico, escribe Dios con minúscula. Este periodismo de articulistas que comienzan su texto con «Yo, como Suárez, soy de…» (en un periódico de tirada nacional, el pasado jueves); este periodismo tertuliano del todo vale, que frivoliza con sentimientos, valores y principios; este periodismo en el que imperan la vanidad y la soberbia, la «pasta» y la fama, lejano, e incluso ajeno, a su fundamental misión de informar e ilustrar, ha colaborado en gran medida al marasmo en el que se han visto abocadas esta España y esta Europa de incierto futuro.

Dicen algunos tertulianos sabiondos que el «brexit» no afectará a España. Pues, sin ir más lejos, que se lo digan a los empresarios de la pizarra berciana o de los vinos leoneses que tienen en Gran Bretaña sus principales mercados…

Sábado de reflexión y domingo de elección; que reflexionen los políticos y los ciudadanos elijan. Y en días como éstos, de meditación, nada mejor que un libro entre las manos para disfrutar de esa vida que, por mucho que torturen los tertulianos, existe más allá de la política. Por ejemplo, «Violetas a los tejados», una deliciosa obra de María José Cordero, artista leonesa de raíces cubanas y maragatas. Lleva en las venas el arte musical y el literario. Con siete notas ha compuesto magníficas partituras que han ensalzado poemas de Leopoldo Panero, Neruda, Gamoneda, Colinas, Gelman, Valente… Y, del pentagrama, ha pasado al folio en blanco para dejar constancia de que música y literatura son un mismo lenguaje: el que transmite emociones y sentimientos. Su libro de relatos, que tanto recuerdan a los de los grandes cuentistas leoneses, con Antonio Pereira a la cabeza, es un buen motivo para disfrutar una jornada de reflexión, e incluso releer, así pasen las elecciones, para masticar textos plenos de ingenio, de humor, de misterio y…de música.

Ahora que la vanidad y la soberbia se han apoderado de políticos y tertulianos, bueno sería recordar que la violeta es la más humilde de las plantas, la que sobrevive en el rincón más oscuro al tiempo que ilumina con su luz y su olor. Humildad, sí, en medio de tanta soberbia y vanidad política y periodística. Jornada de reflexión: Leer «Violetas a los tejados» y sentirse humildes, humanos; no marionetas.