Arancha Casado ante unas obras sin señalización en Valladolid
Arancha Casado ante unas obras sin señalización en Valladolid - F. HERAS
Accesibilidad

La vida tras la barrera

En 2018 toda administración deberá ser accesible. Las personas con discapacidad reconocen avances en la eliminación de obstáculos, sobre todo físicos, «descuidando» los comunicativos y sensoriales

Valladolid Actualizado: Guardar
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Calzadas infranqueables, semáforos invisibles, alertas auditivas sin volumen... Hace unas décadas salir a la calle era para personas con discapacidad una odisea. No había posibilidades en muchos entornos urbanos para quienes no pudieran andar, ver o escuchar. En los últimos años se ha avanzado y se ha conseguido eliminar las barreras más básicas. No obstante, pese a derribarse ciertos muros, el colectivo señala que «todavía hay mucho camino por recorrer». No basta con solventar los obstáculos «más llamativos», dicen. Los hogares, el asfalto o los edificios públicos están aún bloqueados y «personas que podrían ser autónomas continúan en permanente dependencia».

Sirva de ejemplo que los que circulen en silla de ruedas hoy en día no tienen que trazar a diario rutas alternativas de cientos de metros para poder cruzar una calle, pero tienen que vérselas con carriles bici o terrazas que no les dejan paso.

Los invidentes pueden identificar un semáforo con señales acústicas -aunque no siempre funcionan-, pero las obras no «pitan» y no siempre están señalizadas. Y los que no pueden oír disponen de otras señales complementarias a las que antaño sólo eran sonoras, pero hacer un trámite o una compra en la que se requiera comunicación es aún una quimera.

Así lo explica el presidente de Cermi en Castilla y León, José Sardón, quien, no obstante, reconoce el esfuerzo de los últimos años en una Comunidad que está «concienciada». Las administraciones «están trabajando» y, en consecuencia, se «saca ventaja en muchos aspectos a otras regiones». «Estamos por encima de la media», apunta. Así, «la parte buena es que se están haciendo cosas», como el plan de turismo accesible o las ayudas a la rehabilitación de Fomento encaminadas a eliminar barreras arquitectónicas en los edificios residenciales donde hay evidentes carencias. Basta con recorrer unos metros de una calle del centro histórico -los nuevos edificios deben cumplir estándares- y ver en cuántos no hay un escalón insalvable.

Dicho esto, añade que todas estas acciones han «puesto el acento en la parte física», en la que se ha avanzado de forma considerable, pero se ha «descuidado la comunicativa» para personas con discapacidad sensorial o intelectual, que no pueden enfrentarse solas a determinadas acciones porque carecen de recursos accesibles. «Nos ceñimos a barreras físicas, pero es sólo uno de los múltiples obstáculos a salvar».

En 2018 toda administración deberá ser accesible, no sólo en las barreras físicas sino también en tramitaciones e información, que no se cumple en «muchas». En ese horizonte «hay un toque de queda» y espera Sardón que el impulso que dan las administraciones se traslade al ámbito privado. «No se puede decir que una región es accesible si no es al cien por cien». Cada barrera hace que 120.000 personas con algún tipo de discapacidad en Castilla y León queden «excluidas» del «progreso», concluye.

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