ECONOMÍA

La térmica de Velilla, un emblema de la Montaña Palentina con 53 años de historia

Conmoción en la comarca por los efectos sobre la actividad económica del cierre de la central

Imagen de la central térmica de Velilla ICAL

ICAL

El paisaje de la comarca de Guardo no se entiende ya sin el humo que emana de las chimenas de la centras térmica de Velilla, un proyecto que surgió hace cinco décadas. Una planta que se ha erigido como uno de los motores industriales de la zona y que forma parte, no sólo de la historia del norte palentino, sino que también se ha convertido en un emblema de una de las comarcas mineras más imporantes del norte de Castilla y León. Esta insginia velillense corre ahora el riesgo de desaparecer, tras conocerse la decisión de Iberdrola de poner fin a la producción eléctrica.

La principal caldera económica de Velilla comenzó a plantearse a mediados del siglo pasado, como forma de dar salida a lo que entonces era un importante pilar en la Montaña Palentina: el carbón. Junto a este proyecto de construcción también surgieron otros emblemas de la aquitectura de la zona, como el poblado que se levantó para albergar a los ingenieros y técnicos que se trasladaron hasta esta localidad para montar la planta de energía térnica.

Fueron varios años los que se tardó en porner en pie este gigante norteño, hasta en el verano de 1964 no comenzó a operar el conocido como Grupo 1 de la planta, con una potencia de 148 megawatios de potencia. A partir de entonces, la térmica comenzó a despegar hasta que en los años 80 se planteó su ampliación.

Octubre de 1984 es una fecha que los velillenses nunca podrán olvidar, ya que fue encontes cuando se activó el Grupo 2 de la central palentina, que alcanzó los 350 megawatios de potencia nominal. Ello abrió la puerta a una gran ampliación de estas instalaciones y es que, junto a estas actuaciones, también se levantó lo que es uno de los iconos de la comarca, la gran torre de refrigeración. Además, se contruyó asimismo un ramal que unía la central con la línea fierroviaria de La Robla, desde la vecina localidad de Guardo, considerada como la capital minera de la cuenca.

La térmica de Velilla es, sin duda, una de las centrales más icónicas de este tipo del norte del país y se convirtió también en uno de los emblemas de Iberdrola en este tipo de energía, al ser la primera de la compañía en obtener la certificación de Calidad de Aenor en 2004.

Uno de los argumentos esgrimidos por la eléctrica para cerrar la planta se basa en la intención de la compañía de recudir las emisiones de CO2 a la atmósfera, aunque la central palentina logró en 2006 reducir a la mitad sus emisiones por la quema de carbón en el denominado Grupo II de la central, tras las mejoras tecnológicas realizadas en aquellos años, con una cuantía de 1,8 millones de euros y que se vieron completadas con otras dotación de 60 millones que sirvieron para instalar una planta desulfuradora que redujo los óxidos de azufre y cenizas.

Pese a todo ello, Iberdrola ha puesto en jaque con su decisión a toda la Montaña Palentina que en el pasado defendió con firmeza la minería del carbón. Ahora, se plantea frenar el cierre, con el objetivo de que se mantenga la actividad en esta planta y, por ende, los puestos de trabajo directos e indirectos ya que, de lo contrario el problema de la despoblación que sufren Guardo y su comarca se vería implementado.

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