Al rincón de pensar

Uno de los rasgos más habituales de nuestra clase dirigente, da igual políticos, tecnócratas o mediopensionistas, es su propensión natural a crear conflictos. A generar problemas allí donde algo funcionaba razonablemente bien, un fenómeno muy ligado a las cabilas autonómicas que hacen y deshacen a su antojo. Una tendencia cansina a tocar las narices al personal del que vivimos otro episodio de libro, al anunciar la Consejería de Educación que las vacaciones escolares de Semana Santa del año 2018 serán en la de Pascua.

La decisión ha causado reacciones contrarias en distintos frentes, como las propias cofradías, el sector de la hostelería y la patronal. Incluso un partido tan peculiar como la Unión del Pueblo Leonés reclama que se evite este «dislate» que atenta contra las procesiones, de forma que vacaciones escolares y semana de Pasión coincidan siempre.

El consejero del ramo, que es un hombre brillante y con reflejos en medio del panorama apolillado, se ha apresurado a aclarar que si un número significativo de centros pide el cambio de fechas en una provincia, la solicitud será atendida.

Como aquí manda la luna, no la veleidad administrativa, el Domingo de Ramos será 25 de marzo. El de Resurrección, 1 de abril. Las vacaciones comprenderán entonces del 29 de marzo al 8 de abril. Desde el 8 de enero al 22 de junio hay veinticuatro semanas lectivas, siendo la duodécima la que comienza el Lunes Santo. En pleno ecuador del calendario. Por ende, se desvanece ese inane argumento manejado por la Junta de Castilla y León sobre el equilibrio entre el segundo y el tercer trimestre. En un caso de lacerante incoherencia, los gobernantes ponen trabas a una celebración religiosa, antropológica y artística que luego impulsan desde el ámbito turístico. Así que, en consonancia con el estilo docente moderno, deben irse un rato al rincón de pensar.