Salud&Sociedad

Reconocimiento a la labor integradora en Zamora

Un proyecto social de integración de familias rumanas de etnia gitana le vale a Lorenzo Salamanca, trabajador del Ayuntamiento zamorano, un Premio Nacional de Educación Social

Grupo de niñas que participan en el proyecto social del Ayuntamiento de Zamora M. ÁLVAREZ

ALBERTO FERRERAS

Durante años ha ejercido una labor social callada e invisible públicamente, pero la concesión de un Premio Nacional de Educación Social ha puesto el foco en el trabajo realizado por el trabajador del Ayuntamiento de Zamora, Lorenzo Salamanca. El colegio profesional de su especialidad ha concedido su premio anual nacional a este educador social como cabeza visible y «alma mater» de un proyecto de integración de más de una veintena de familias rumanas de etnia gitana y de escasos recursos económicos, que se habían asentado como ocupas en una antigua guardería de Zamora.

El trabajo realizado a lo largo de dos años por los Servicios Sociales de Zamora en colaboración con diversas entidades sociales y algunos voluntarios, permitió integrar poco a poco a las personas asentadas en esa colonia, de tal forma que cuando el edificio iba a ser desalojado para su derribo todas las familias habían encontrado ya una alternativa residencial y habían accedido a servicios básicos como la sanidad y la escolarización de los niños.

El plan fue trazado dando solución a las necesidades que iban surgiendo y con un guión «a lápiz» que finalmente resultó ejemplar, en parte porque se huyó de protagonismos o de intervenciones de una sola administración. En vez de ello se coordinaron distintos servicios y se contó con la implicación de distintos agentes, desde los centros escolares en los que se logró matricular a los niños hasta entidades privadas, como los promotores de un festival de magia que llegaron a programar, de forma desinteresada, una actuación para los niños del asentamiento.

«Vuela, vuela la cometa»

Bajo el título «Vuela, vuela la cometa», que hace referencia a la antigua guardería de mismo nombre, en la que se asentaron las familias rumanas, se trabajó desde distintos ámbitos para facilitar la escolarización de los niños, el acceso a los servicios sanitarios, ofrecer una alfabetización básica a los padres y facilitarles el acercamiento a los servicios sociales y a los recursos de los que disponían a través de ellos. Del mismo modo, se procuró que estas familias conocieran de una forma normalizada, a través de salidas y visitas a la ciudad, los recursos que existen en la ciudad en distintos ámbitos como el educativo, el cultural o el deportivo. Con los niños, al margen de la educación reglada, se trabajó de forma sistemática todos los jueves por la tarde en las antiguas escuelas del barrio de Olivares para ofrecerles servicios de apoyo al estudio y realizar diversas actividades de ocio.

Invisibles para la mayoría

El asentamiento era «algo que estaba ahí, apartado y marginar» que permanecía invisible a los ojos de la mayor parte de la ciudadanía y el trabajo realizado permitió normalizar la estancia de estas personas, según apunta el premiado. Además, el proyecto ayudó a los «ocupas», que estaban en situación irregular en España, a que encontraran una alternativa habitacional.

La intervención logró también que el derribo previsto de la antigua guardería se aplazara para que cuando se llevó a cabo ya todas las familias habían encontrado una nueva casa.

Algunas familias permanecieron en Zamora y en pueblos del entorno con apoyo de los servicios sociales, otras decidieron irse a vivir a otras ciudades y algunas incluso regresaron a Rumanía pero todas ellas habían logrado acceder a los recursos básicos y mejorar la situación de vulnerabilidad en la que se encontraban por su situación de pobreza y las barreras que encontraban para acceder a los servicios sociales, en ocasiones por sus propias reticencias o por su desconocimiento.

Su labor ha permitido alfabetizar a los adultos, escolarizar a los menores e impulsar su acceso a los servicios sanitarios

Dado el éxito de la iniciativa, la implicación de numerosas personas y que ésta había pasado desapercibida en al ciudad, Lorenzo Salamanca optó por sistematizar todo el trabajo realizado en la antigua guardería La Cometa durante los años 2012 y 2013.

Recogió la intervención en un proyecto que gustó mucho al Colegio de Educadores Sociales de Castilla y León. Tanto es así que ese órgano colegial lo presentó al Concurso de Educación Social Memorial Toni Juliá, que está convocado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales y está considerado el máximo reconocimiento nacional en esta materia. El proyecto de Lorenzo Salamanca, en el que también se implicaron otras entidades como Cáritas Diocesana, obtuvo el premio, que se le entregará en los próximos meses.

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