Medio Ambiente

El número de osas con crías se duplica en una década en la Cordillera Cantábrica

El último censo revela «estabilidad» y una tendencia favorable en los últimos años que apuntala la recuperación

Un oso con sus crías en la Cordillera Cantábrica ABC

M. GAJATE

Está aún lejos de quitarse de encima la amenaza de ser una especie en peligro de extinción, pero todo parece indicar que la población de oso pardo en la Cordillera Cantábrica va tomando fuerza y recobrando salud. Valga de ejemplo que a principios de los años noventa, cuando Castilla y León, Asturias, Galicia y Cantabria pusieron en marcha planes de conservación para tratar de mantener vivas sus huellas en la zona, apenas había 85 ejemplares. Hoy la cifra se eleva a los 260. Pero si hay un dato que sirve para corroborar la evolución de las dos colonias existentes en el entorno son los índices de reproducción, que han ido aumentando en un hábitat mejorado. En concreto, el número de hembras con crías ha mostrado un paulantino ascenso que se ha intensificado en la última década. Así, a día de hoy son trece veces más que a finales del siglo pasado -cuando su presencia era prácticamente testimonial, pendiendo de un hilo la supervivencia de estos animales en el entorno- y se ha duplicado sólo en los últimos diez años.

Las administraciones autonómicas de Castilla y León, Asturias y Cantabria dieron ayer a conocer el censo anual de osas con crías que cada año elaboran para obtener datos sobre la evolución de la especie y aplicarlos a sus políticas de conservación. En total, se han contabilizado cuarenta hembras con 67 oseznos, que nacieron en 2016 y se separaron de sus madres en esta primavera -pasado un año las madres los expulsan del grupo familiar y empiezan su vida adulta-. A estos se podrían llegar a sumar otros ocho casos que no han podido ser confirmados.

Más allá de los datos puntuales de 2016, se estima que de los 260 osos pardos que se pueden contabilizar hoy en día, al menos en los dos últimos años se han localizado a 211 ejemplares entre osas y sus crías y que la población reproductiva asciende a ochenta osas. Unos datos «bastante espectaculares» que revelan un salto significativo respecto a los años noventa -sólo había tres hembras con oseznos y se partía de una situación «muy crítica»- y ponen de manifiesto una ansiada «estabilidad». Y es que entre 2014 y 2016 se ha registrado máximos y los números mantienen una tendencia favorable que sirve para apuntalar el reforzamiento de la especie, explicó el director general de Medio Natural de Castilla y León, José Ángel Arranz. Con estas cifras, se llega a la conclusión de que la población cantábrica es la colonia de esta especie que «mejor está reponiendo a planes de conservación» en toda Europa.

Además, otro signo de salud es que los censos también han permitido concretar que las osas con crías se han asentado más allá de las áreas de distribución tradicional, lo cual hasta hace unos años era impensable, siendo sólo los machos los que se desplazaban por otras áreas sin llegar a crear hogar. El movimiento de las osas es el que confirma la expansión y el mejor estado de la especie.

Los datos muestran, eso sí, dos realidades. Y es que la población de oso pardo no es homogénea, se divide en dos. En la parte occidental -en el límite entre Galicia, Asturias y la provincia de León- se concentra el ochenta por ciento, siendo muy inferior la de la zona oriental -entre Cantabria y Palencia-. Este último área estuvo a «punto de desaparecer» como hábitat de oso pardo. «Hace veinte años se daba prácticamente por perdida», reconoció ayer el director general de Medio Natural de Cantabria, Antonio Lucio.

En la última década se ha apreciado un importante avance en la zona más en riesgo, que podría haber superado el bache. Las seis osas con crías implican una «recuperación solida». Mientras, en el área occidental se aprecia una clara «consolidación» de la tendencia favorable seguida en las últimas décadas.

En esta mejora acompasada por la políticas de conservación ha jugado un papel importante la mejora de los hábitat y la creación de un corredor que comunique las dos poblaciones de la Cordillera Cantábrica. De hecho, la mejor relación entre las dos zonas ha insuflado aire a la pequeña población oriental gracias a la conectividad ecológica y genética.

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