DÍA CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Los menores, «víctimas» cada vez menos invisibles de la violencia de género

«Avances» en el trabajo con niños expuestos a un episodio de maltrato, aunque «aún queda mucho por andar»

El trabajo con el menor persigue su integración en la sociedad ABC

Más del 90 por ciento de los hijos de víctimas de violencia de género ha presenciado algún episodio de humillación o de agresión física o verbal hacia su progenitora . De ellos, la mitad también ha sido objeto de insultos, menosprecios (un 57,3%) o de ataques físicos -golpes, rasguños y moratones (un 43,6%)-. Datos como estos, recogidos en el último Boletín sobre Vulnerabilidad Social de Cruz Roja (julio 2017), demuestran que eran muy necesaria la reforma legislativa llevada a cabo en 2015 a nivel nacional en materia de violencia de género, a partir de la cual se comenzó a considerar a los menores como víctimas directas de la violencia de género, una precisión que ya recogía la norma castellano y leonesa aprobada en 2010.

Este mismo boletín recuerda que «presenciar situaciones de violencia doméstica en edad pediátrica, como ‘víctimas silenciosas’ o sufridas personalmente, constituyen situaciones de riesgo que pueden conllevar consecuencias negativas para la salud mental, o la predisposición a ejercer o padecer la violencia en la edad adulta». Con el fin de evitarlo Castilla y León no ha dejado de implementar medidas que refuercen esa consideración de los menores como víctimas.

«Trabajamos en un sistema muy avanzado que tiene un largo recorrido», sostiene la gerente territorial de Servicios Sociales en Burgos, María Antonia Paniego , que le ha tocado lidiar con uno de los últimos casos de violencia de género con resultado de muerte en Castilla y León, el de la periodista burgalesa Yolanda Pascual.

Paniego recuerda que son varias las diferencias que marcan el llamado «Sistema Violencia Cero» de Castilla y León, y una de ellas tiene que ver con cómo se trabaja con los menores huérfanos «desde el minuto cero» para conseguir su «reintegración en la sociedad».

Desde Protección a la Infancia «primero valoramos si tiene una familia directa de sangre que puede ser su red de apoyo y en el caso de que no sea así, se pensará en una con especial vinculación. Sólo en el caso de que no haya ningún tipo de red se materializa una tutela con una familia de acogida o en un centro residencial.

¿Y cómo se trabaja con estos niños? Es fundamental realizar con ellos un proceso de reapego desde lo emocional , «que aprendan de las situaciones negativas», sostiene. Para ello, se cuenta con un equipo técnico con psicólogos, trabajadores sociales, pedagogos y licenciados en Derecho. «A veces, ese dolor emocional se materializa en ira, alejamiento… Y hay que evitar que llegue», detalla Paniego, destacando la importancia del coordinador de caso, un profesional de referencia que es quien diseñará un plan de actuación.

Rosa Sánchez Sereno , responsable del Centro de Emergencias de Cruz Roja en Ponferrada, un recurso que dispone la ONG para ofrecer un primer espacio de seguridad a la víctima y a las personas que de ella dependan, conoce bien lo que es trabajar con menores que han sido expuestos a un episodio de violencia: «Estos niños corren el riesgo de reproducir esas secuelas a lo largo de su vida, y es muy importante detectarlo, prevenirlo y posteriormente tratarlo».

Explica que cuando los menores ingresan con sus mamás en el centro suelen mostrar, sobre todo, ira y rabia . «Intentamos normalizar la situación -en la medida de lo posible, se mantiene su escolarización- y cuando se detecta que hay en ellos conductas poco adecuadas se les presta un apoyo psicológico. Se potencia un comportamiento más empático y se trata de aumentar su autoestima y eliminar los estereotipos y prejuicios que tienen de género».

«Lo que planteamos tiene un enfoque muy integrador . No sólo se trabaja con el niño sino con su familia, y nuestros proyectos, además de cubrir sus necesidades básicas, vienen a través de espacios de ocio y apoyo escola», añade Eva María Fernández, coordinadora autonómica de Cruz Roja. Aunque en los centros de emergencia la tendencia, en cuanto a número de mujeres atendidas, se ha mantenido, han percibido un incremento en el número de menores. «Si en 2016 fueron 95 los menores atendidos en todo el año, a 30 de septiembre de 2017 llevábamos 111».

Sánchez advierte que «queda mucho por andar», mientras que Fernández insiste en que es «importantísimo» trabajar por la igualdad , y no sólo con los pequeños que hayan sido víctimas de esta lacra sino a todos los niveles, «en la escuela, pero también a nivel familiar».

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