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Agricultura

La Junta «intensifica» los controles ante el «riesgo» de expansión de los topillos

Refuerza la vigilancia en la confluencia de Palencia, Valladolid y Burgos, pero asegura que de momento se descarta que haya una plaga

Palencia Actualizado: Guardar
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El topillo (microtus arvalis) amenaza con invadir el campo de Castilla y León y es por eso que la Junta, y ante la insistencia de las organizaciones agrarias, se ha visto obligada a intensificar las labores de control y vigilancia en los últimos días para poder así frenar «su multiplicación» y evitar «un riesgo de plaga que ahora mismo no existe», según aclaró ayer en Palencia el director general de Producción Agropecuaria del Gobierno regional, Jorge Llorente, aunque reconoció que no hay que bajar la guardia. La zona de confluencia, en Tierra de Campos, entre las provincias de Palencia, Valladolid y Burgos en la que centra una mayor atención por la mayor presencia de estos pequeños roedores.

Por este motivo se están realizando labores de control en 45 comarcas de la Comunidad, que suponen un total de cerca de 600.000 hectáreas.

Una tarea, aseguró Llorente, para la que se emplea una gran parte de los recursos de la Consejería de Medio Ambiente, pues «se presta especial atención a la multiplicación de esta especie».

«Ahora mismo estamos vigilando y trabajando para que no haya una mayor afección», aseguró Llorente, quien quiso lanzar un mensaje de tranquilidad a los agricultores castellano y leoneses al tiempo que explicó que en estos momentos hay un 20 por ciento de la superficie sobre la que se realizan controles que está siendo vigilada «con una mayor intensidad» por los técnicos al haber en ella un mayor riesgo de plaga. El 80 por cien de las hectáreas restantes, sin embargo, están recibiendo una control «algo menos intensivo». Este programa de vigilancia, explicó el director general de Producción Agropecuaria, permite dirigir los esfuerzos hacia las zonas donde temen que pueda haber una mayor multiplicación, sabiendo que «el riesgo cero no existe» y puede haber repuntes en la población.

Llorente quiso ayer tender la mano a todas las administraciones para atajar así el problema desde la raíz. Destacó la colaboración que ya existe con el Ministerio de Agricultura en la lucha contra posibles plagas de roedores y pidió a las organizaciones agrarias que se subieran al carro pues, dijo, «es un problema de todos y hay que trabajar unidos».

Actuación «conjunta»

«Las plagas son caprichosas e incontrolables y sólo la actuación conjunta de todas las administraciones y, por supuesto, con la colaboración de los agricultores, podremos tener más eficiencia», aseveró Llorente.

Los cultivos de alfalfa están siendo los más dañados por estos roedores y, aunque la vigilancia que se realiza desde el Ejecutivo regional «abarca a toda la Comunidad y, en concreto, a la parte más cerealista», por el momento, la preocupación se ciñe a «saber los datos reales y vigilar».

La población de topillos empieza a ser «anormal» en algunas zonas de la Comunidad y son muchos los agricultores que temen que pueda llegar a repetirse la situación de años pasados, especialmente en 2007, cuando una plaga de topillos asoló el campo de Castilla y León con millonarias pérdidas para el sector agrícola y efectos en la salubridad del medio rural. Es por eso, que desde las organizaciones agrarias han pedido a la Junta medidas preventivas contra los topillos. Ha sido Asaja la que ha reclamado una reunión para decidir la actuación y evitar que la «proliferación» de estos roedores derive en plaga.

15.000 trampas

De cara a evitar que los topillos ganen más terreno, desde la Junta se han puesto manos a la obra. Se han instalado más de 15.000 trampas y cepos a lo largo y ancho de toda la Comunidad. Además, y para facilitar la depredación de este roedor, se recomienda retirar cuanto antes el material vegetal de las cosechas -para evitar así que puedan cobijarse-, instalar posaderos para facilitar la tarea de las aves «ratoneras» tales como cernícalos o lechuzas y, siempre que sea posible, llevar a cabo la práctica de la «inundación» en la tierra para acabar con este animal. Si con todo ello, explicó Llorente, no se consiguiera reducir notablemente la población de topillos en Castilla y León, habría que recurrir más adelante a otro tipo de actuaciones «más agresivas» como la quema de rastrojos o las tareas de intenso laboreo.

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