El realizador vasco Iñaki Arteta este pasado jueves en Valladolid
El realizador vasco Iñaki Arteta este pasado jueves en Valladolid - F. HERAS
Seminci

Iñaki Arteta: «Ya no apuntan con la pistola, pero la soga sigue puesta»

El realizador bilbaíno presenta en la Seminci el documental en el que denuncia los 350 asesinatos sin resolver de la banda terrorista

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Las vícitimas «merecen y necesitan una explicación». Es la motivación que ha llevado a Arteta a realizar un tercer documental vinculado con ETA que da voz a familiares de asesinados y a expertos juristas con la esperanza de que algún día se pueda saber el nombre de los autores de decenas de crímenes sin resolver. Mientras, el realizador vasco mantiene su pulso con el nacionalismo radical para concluir que en el País Vasco sigue sin haber «la libertad que se presupone».

¿Por qué este documental ahora?

Se habla mucho de la memoria histórica y memoria es esto: saber cómo está el asunto de la justicia con las víctimas de ETA y hasta qué punto ha llegado la impunidad.

¿Es éste el principal problema vinculado con ETA en la actualidad?

Hay más de un problema, pero todos están entrelazados. ETA no ha sido derrotada de una manera tal que haya quedado en la sociedad vasca la percepción de decir en alto que estuvo absolutamente mal lo que hicieron. Hay partidos de estos radicales de izquierdas que asumen como normal que exmilitantes y exhooligans de ese mundo participen de la política. Creo que algo no ha acabado bien porque, entre otras cosas, no se han arrepentido de haber alterado la vida social del País Vasco durante décadas. Ha habido una distorsión entre la construcción del bien y del mal, especialmente con las víctimas. Demasiada gente dice que matar esta mal, pero luego ponen peros, matizan y en el fondo lo justifican. Al final, convivir con el terrorismo va a durar muchísimo tiempo. Es un callo en la vida política y social de España y en el País Vasco. Lo que es increíble es que se haya dado la normalización exprés de esa gente.

¿Se pueden aún esclarecer las decenas de asesinatos de ETA sin resolver?

Por una parte, en la película hay un grito mitigado porque las víctimas están cansadas también y no tienen detrás la fuerza social que reivindique lo que ellos piden. Por otra, hay una lectura más positiva porque aparecen un grupo de personas que han hecho un trabajo de investigación para llegar a la conclusión de que hay 350 víctimas cuyos asesinatos se han quedado sin resolver y están viendo la manera de reabrir esos casos, incluso intentando de forma novedosa que los crímenes de la banda terrorista sean considerados de lesa humanidad. Si se llega aceptar esta petición, ninguno de los asesinatos habría prescrito.

La película arranca con una frase en la que se denuncia que muchos atentados han quedado en el olvido.

Pero entiendo que ocurra. Eran otros tiempos. Ahora un atentado en el aeropuerto de Bélgica es la pera tenga dos o cincuenta muertos, pero tres atentados de ETA un mismo día a finales de los 70 se daba como algo casi normal. En todo caso, la lección que tiene que aprender la sociedad es que el terrorismo no tiene ninguna justificación ni la tuvo y conseguir eso es más complicado de lo que parece.

¿Qué culpa tienen los diferentes gobiernos de España de esa impunidad que se denuncia en la película?

La debilidad de los estados, los intentos de negociar de los gobiernos de todos los colores, esa sobreexpectación sobre lo que decía ETA que iba a hacer, si los presos van o vienen... Todo eso es culpa de España, aunque me da apuro decirlo. No hemos estado a la altura de combatir el terrorismo vinculado a la izquierda y al nacionalismo, pero si lo hemos estado con otros. Ellos crearon una mítica de su lucha que engañó a mucha gente, incluso a los menos proclives, como los gobiernos de nuestro país, que siempre han pensado en dar algo a los vascos creyendo equivocadamente que con eso iba a desaparecer el terrorismo. Hemos sido excesivamente complacientes. Muy débiles. Hoy cualquiera se sienta a hablar en un debate con ellos como si nada hubiera pasado.

Incluso con Arnaldo Otegui

Le hacen la ola. Le consideran una persona respetable tanto los nacionalistas como una parte concreta de la sociedad española de izquierda y más allá. Dialogan y se fotografían con él.

¿Y su opinión es?

Que no han pagado en términos de decir por qué hicieron lo que hicieron. Cuando se utiliza, como ellos, un lenguaje engañoso, hay sospechas inequívocas de que no se arrepienten. ¿Cómo vamos a convivir con ellos y cómo vamos a pensar que tienen buena fe? No es una cuestión de venganza, sino de poner las cosas en su sitio. Tampoco hay la libertad que se presupone en el País Vasco. Lo que ha conseguido ETA es más nacionalismo y sectarismo.

¿Pero si hay menos independentismo según las encuestas?

Es una paradoja curiosa porque la apariencia es contraria. El nacionalismo moderado ya no tiene líderes como Ibarretxe, Arzallus y compañía y los que están ahora saben que pedir la independencia no pega, viendo además el golpe que se van a dar en Cataluña. También es cierto que en las elecciones la sociedad ha premiado a los que han potenciado el discurso proetarra. La vasca es una sociedad muy rara. Lo que ha hecho ETA es afianzar los elementos nacionalistas y la gente ha tragado. Ocurre con el euskera. Ya puedes ser el mejor cirujano del mundo que si no sabes hablar esa lengua lo tienes imposible. Aquello es un cotarro pronacionalista y como, además, ya no se mata, la gente de allí tiene que asumirlo. El País Vasco es nacionalistamente estable.

Cinco años después del anuncio de ETA de que dejaba de matar, ¿cuál es ahora la situación?

¿Que como está aquello? (se lo piensa mucho). Cuando dejaron las armas tampoco sentí una alegría tremenda. No me dio la impresión de que iban a cambiar mucho las cosas y así ha sido. Es una sensación rara. Bildu ha gobernado a 700.000 vascos hasta las últimas elecciones. El País Vasco es de ellos desde el punto de vista sectario. Ya no te apuntan con una pistola ni te aprietan con una soga, pero hay una soga puesta. Mientras existió el terrorismo, se aprendió a disimular y hoy se sigue disimulando. Es una sociedad ficticia.

En la que se producen hechos como la agresión hace unos días a dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua.

Esa es la realidad. No son cincuenta tíos que se ha vuelto locos de repente. Es gente a la que hace diez años les parecía bien que mataran a esos agentes. Odiaban y siguen odiando. ¿Por qué iban a cambiar? Las personas que circulan por allí son las mismas que antes. Ellos tienen la sensación de que no han perdido y que aquel es su territorio y los demás estamos como de prestados. Es suyo y de vez en cuando se pueden enfadar, como en Alsasua.

¿Pero no hasta el punto de que ETA vuelva a matar?

Se ha conseguido acorralar a ETA policialmente y que deje de matar, pero no era solo eso. La cuestión es que la ideología que estaba detrás del terrorismo sigue allí y que la estructura que han montado también está. Se ha ganado a ETA, pero no a su ideología. ¿Es culpa del Estado? Eso es más complejo. Les hemos permitido tener un partido político, una ley del Euskera en la que se han gastado millones y millones de euros. Un disparate. Ha habido muchas dejaciones y es ya irreversible, aunque sí, el terrorismo se ha acabado.

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