Cine

Geraldine Chaplin: «He aprovechado el apellido durante toda mi vida»

La actriz recoge una de las Espigas de Honor de la 61 Seminci por su trayectoria

Valladolid Actualizado: Guardar
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Llevar a sus espaldas un apellido popular le ha permitido hacerse un hueco en el mundo del cine y no lo oculta. Y es que mientras miembros de algunas sagas aseguran que fue un obstáculo en su andadura profesional, la actriz Geraldine Chaplin, hija del célebre cineasta Charles Chaplin, reconoce abiertamente que se ha beneficiado del «tirón» de su apellido: «Yo lo he aprovechado todo lo que he podido durante toda mi vida. Es una sombra maravillosa que me encanta». De hecho, lo usó desde que era pequeña. «Cuando iba al colegio me acercaba a la mejor de la clase y le decía que si me dejaba copiar sus deberes le llevaría a mi casa para conocer al gran Charlot» relata.

Con más de 150 películas rodadas, la actriz ofreció ayer una «master class» poco antes de recoger una de las Espigas de Honor que entrega la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) en su 61ª edición como reconocimiento a su trayectoria. Ante un sala abarrotada de estudiantes y aficionados al cine, Chaplin repasó sus inicios en el séptimo arte y cómo llegó a él «por casualidad». «El cine no me interesaba mucho», reconoce, y nunca se imaginó ante una cámara: «ese era el negocio de papá». El ballet fue realmente «su primer amor» y llegó a bailar «profesionalmente», pero «bailaba bien sólo en mi cabeza», asegura entre risas. Así que decidió probar suerte en el cine, donde el apellido Chaplin le ayudó. En un principio pensó que sería un trabajo «facílísimo», pero más tarde se dio cuenta de que no era tan sencillo como pensaba, sobre todo a raíz del rodaje de «Doctor Zhivago»  (1965), de David Lean, confiesa.

Un padre «disciplinado»

Parte de la filmación de esa película transcurrió en España y fue entonces cuando decidió quedarse. Con «vergüenza» reconoce que en «la España franquista» ella se sintió «libre» lejos de un padre «muy disciplinado» y «muy estricto». Comenzó también a trabajar junto al director Carlos Saura, que fue su pareja, y en un cine «más independiente» y «de autor» del que fue aprendiendo «muy poco a poco». «Era un cine muy arriesgado. No me daba cuenta, pero intentaba cambiar el sistema desde dentro», relata.

Con gran sentido del humor fue repasando su trayectoria y se detuvo en su trabajo junto a Pedro Almodóvar en «Hable con ella»en 2002. «Cuando me llamaron para ese papel, di saltos de alegría», rememora. El paso de los años le ha llevado a una evolución en sus papeles. Ahora suele representar el papel de «vieja», asume divertida y con naturalidad una actriz que se ha convertido en una especie de talismán para el director Juan Antonio Bayona. «Cree que le doy suerte», afirma. Y es que después de participar en su primera película, «El orfanato» (2007), el cineasta le ha llamado para las dos siguientes, «Lo imposible» (2012) y «Un monstruo viene a verme» (2016).

En un encuentro con los medios de comunicación, también antes de recibir el galardón, Geraldine Chaplin aseguró que, pese a su larga carrera, sigue «en la lucha» y que, aunque se considera ya un «animal moribundo», le quedan «muchos papeles por hacer», si bien matizó que le interesan más los directores que los personajes. Entre las cosas que le hubiera gustado hacer, está el haber participado en la obra de teatro escrita por su abuelo Eugene O’Neill, «Largo viaje hacia la noche».

También allí volvió a estar presente la figura de su padre, sobre todo en las primeras preguntas de público y periodistas y, de hecho, sus palabras iniciales fueron sobre él, al apuntar que prefería que no se le calificara de «genio», sino de «único», pues el primer apelativo se lo reservaba al pintor Pablo Picasso, a lo que ella añadió el calificativo de «inexplicable», informa Ep.

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