IGNACIO MIRANDA - Por mi vereda

Deber cumplido

«La valerosa guardia civil no se lo pensó dos veces cuando, arriesgando su integridad, se arrojó al río Carrión para rescatar a los cuatro ocupantes de un automóvil»

IGNACIO MIRANDA
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Año tras año, gobierne quien gobierne, caigan chuzos de punta o nos amenace la pertinaz sequía, los estudios sociológicos confirman que las instituciones públicas que más valoran los españoles son, por este orden, la Guardia Civil, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Llama bastante la atención que en este país «podemizado» en la ética de la insumisión y el revisionismo, en la estética de las rastas y el piercing, donde muchos tienen tirria declarada a los de uniforme, al final confíe sobre todo en los que lo visten.

Una estima a la que contribuyen personas como Eva María del Blanco Fuertes, agente de la Benemérita natural de León y destinada en el puesto de la localidad palentina de Buenavista de Valdavia, que acaba de recibir uno de los premios Fundación Legado Alfonso XIII por sus méritos humanitarios al salvar cuatro vidas.

La valerosa guardia civil no se lo pensó dos veces cuando, arriesgando su integridad, se arrojó al río Carrión desde la autovía Camino de Santiago para rescatar a los cuatro ocupantes de un automóvil que cayó al cauce.

Al escuchar gritos de auxilio localizó al turismo entre los árboles, con más de un metro de agua de altura alrededor. Ella sola rescató a una familia portuguesa. Un padre, extenuado. Una madre, a quien tuvo que reanimar y colocar en posición de seguridad sobre el vehículo. Y dos niños de cinco años y de diez meses, sujetos de sus brazos. Aferrados a la vida gracias a la entrega de Eva, así permanecieron durante los interminables tres cuartos de hora que tardó en llegar el helicóptero. Su encomiable ejemplo demuestra que el sacrificio, la disciplina y el espíritu de servicio a la sociedad son tangibles. Porque la vocación de ayudar va más allá de un modesto sueldo. Ese día, como tantos, el Ángel de la Guarda llevaba tricornio.

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