Crisis sin control

La marejada interna en el PSOE salpica, y de que forma, al partido en Castilla y León, donde se palpa una profunda división interna de consecuencias que en este momento son difíciles de calibrar. Al secretario regional, Luis Tudanca, solo le amparan un puñado de fieles en la ejecutiva y la figura del alcalde de Valladolid, Oscar Puente, que en los últimos días ejerce en la práctica de portavoz de los partidarios de Pedro Sánchez frente a los movimientos que realiza la gestora que preside Javier Fernández.

Sin duda, dos de los principales apoyos de Tudanca eran César Luena y Oscar López, ambos desposeídos de sus responsabilidades en el partido por la nueva gestora, lo que marca una dirección de trabajo diametralmente opuesta a la de la Ejecutiva de Sánchez.

López deja de ser un notable en el organigrama al ser forzado a abandonar la portavocía en el Senado y se mantiene como senador autonómico, nombramiento que empieza a ser cuestionado por algunos críticos al exsecretario general, que consideran que López en nada representa la defensa de los intereses de Castilla y León y por lo tanto serían partidarios de exigirle el escaño para hacer otro nombramiento. No parece probable que esta tesis tenga recorrido, porque por doctrina del Constitucional el escaño es de quien lo detenta y podría enfrentarse al PSOE a una situación como la vivida en el PP con Rita Barberá.

Pero independientemente de lo que sucede en Madrid, aquí las sensibilidades están a flor de piel, como demostraba ayer la exahustiva información de ABC sobre los tuits de la Secretaria de Organización Ana Sánchez. En todos estos episodios Podemos se frota las manos, porque asiste a una guerra interna socialista que tiene mucho de enfrentamientos personales que son, al fin y a la postre, los más duros de solventar.