José Gabriel Antuñano - El callejón del gato

Consejos vendo...

«Puente debería cambiar, porque de lo contrario seguirá haciendo bueno que lo suyo es el gesto y no la gestión»

José Gabriel Antuñano
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El turista que llegue a Valladolid en tren y desde Madrid se lleva una primera impresión desastrosa: después de un rápido trayecto en Alta Velocidad, 60 minutos para recorrer 200 kilómetros, le esperan 30 minutos para salir en taxi desde la estación a la calle Recondo, a menos de 100 metros. A las horas punta, se contempla: coches aparcados y atrapados, doble fila de vehículos a la espera de un familiar o conocido, parados en la calzada, que impiden la circulación, y una larga de fila de taxis, cargados con pasajeros rehenes y sin poder avanzar un metro, mientras otros aguardan la recogida de una numerosa fila de viajeros con su impedimenta, de pie, a la espera y no resguardados por la ridícula marquesina.

Ante tal caos, habitual y diario, se esperaría la presencia de la policía municipal, pero solo viene cuando se la llama con insistencia, al decir de los taxistas.

Es lógico que la policía no se encuentre allí, porque mientras este tapón se produce, pasean por las calles de Valladolid, observando sin multar ni advertir a los ciclistas que invaden las aceras, no por falta de profesionalidad sino de órdenes competentes; o bien peligrosamente apostados delante de una mediana del Paseo del Hospital (antes García Morato), sin luces y de madrugada para retratar a los intrépidos conductores que atraviesan Zorrilla a altas velocidades (¡ah! y con otro coche, el de las fotos, obstruyendo el paso a Gabilondo). Entre tanto el turista (o vecino) se enfada, mientras piensa en la contaminación de los coches con el motor encendido en la estación de la ecociudad del transporte limpio. Puente debería cambiar el «consejos vendo y para mí no tengo», porque de lo contrario seguirá haciendo bueno que lo suyo es el gesto y no la gestión.

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