FOMENTO

Burgos «acaricia» dos históricas autovías para llegar al mar y a Navarra

El proyecto de PGE impulsa con nuevas partidas la A-73, hacia Aguilar (Palencia) y la A-12 a Logroño

Punto en el que arranca la A-73 a la salida de la circunvalación de Burgos ICAL

MONTSE SERRADOR

El Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2018 ha reavivado las aspiraciones de los burgaleses de contar con dos nuevas autovías, una por la derecha y otra por la izquierda, que consolidarán a la ciudad como un nudo nacional de comunicaciones pero, sobre todo, permitirían una salida rápida al mar, en el caso de la A-73 (Burgos-Aguilar de Campo) y completar la autovía del Camino de Santiago (A-12), que lleva a Navarra y de la que sólo restan los 60 kilómetros del tramo burgalés.

Los PGE presentados esta semana por Cristóbal Montoro impulsan estas dos vías de comunicación, después de años en los que sus proyectos han permanecido en letargo. Ahora, aunque de momento es sólo una previsión, la A-73 cuenta con partidas para este año por importe de 24 millones de euros, mientras que para la A-12 se han consignado 18,8, cantidades que, al menos, permitirán desbloquear los procesos de construcción y suponen un cambio de tendencia con respecto a las cuentas anteriores.

Pero ¿qué suponen para Burgos y para Castilla y León estas dos autovías? En el caso de la A-73 entre la capital del Cid y la localidad palentina de Aguilar de Campoo, daría respuesta a una histórica reivindicación de tener una salida rápida al mar, deseo que se vio truncado con la construcción de la Autovía de la Meseta Palencia-Santander (A-67). La A-73 no es, por lo tanto, la conexión natural de la capital burgalesa con la santanderina, pero, al menos, permitirá acortar el tiempo (hasta en 35 minutos) y aumentar en seguridad el trayecto hasta la costa. Estaríamos, en realidad, ante una alternativa a la N-623 que permitirá al conductor evitar los kilómetros más accidentados de la conexión con Cantabria, es decir, el puerto del Escudo, una zona habitualmente afectada por las inclemencias meteorológicas.

Al tiempo, la Administración se ahorrará un buen número de kilómetros de construcción pues, en lugar de desdoblar el recorrido de la N-623 entre Burgos y Santander en su integridad, más de 130 kilómetros, la opción por Aguilar apenas supera los 80 kilómetros y, además, de trazado orográficamente más sencillo, lo que abarata costes y tiempos de ejecución. Una vez en Aguilar, la conexión hasta Santander ya está completada desde hace años a través de la A-67.

De esta forma, aunque no es el trazado más corto, sí permite, amén de unir ambas capitales, enlazar con poblaciones tan significadas como la ya citada Aguilar o las cántabras de Torrelavega, populosa e industrial, y Reinosa. En el caso de la localidad campurriana, la conexión por autovía es especialmente importante una vez que se ha recuperado el convenio entre los gobiernos de Castilla y León y Cantabria que permite a los habitantes de pequeñas localidades del norte de Palencia y oeste de Burgos acceder a los servicios sanitarios del Hospital «Tres Mares».

También hay que tener en cuenta que esta conexión rápida tanto desde Burgos como desde Santander es una vieja reivindicación de los empresarios palentinos y burgaleses para permitir una salida más fácil de sus mercancías así como la llegada de las que entran a través del puerto cántabro.

La importancia estratégica de esta vía es, por lo tanto, más que evidente, como lo es que durante años ha estado paralizada y que el proyecto no se retomó en serio hasta el Presupuesto de este año. De hecho, en la actualidad sólo un tramo está en obras, el que discurre entre Pedrosa de Valdelucio (Burgos y Báscones de Valdivia (Palencia), mientras que entre esta localidad y Aguilar de Campoo está paralizado después de que la empresa concesionaria diese en quiebra, por lo que se espera una nueva adjudicación y, ya de paso, un proyecto modificado. El resto de tramos han comenzado ya con el proceso, dos de ellos pendientes de licitación y uno en redacción de proyecto. La consignación en los Presupuestos de 2018 de partidas para todos los tramos supone un empujón para una vía de comunicación ansiada por los burgaleses.

Camino de Santiago

Por lo que se refiere a la futura A-12, la autovía permitirá completar el recorrido de la vieja N-120 o, lo que es lo mismo, el inicio del Camino de Santiago en Castilla y León, que tiene su continuidad por la autovía autonómica hasta León (A-231) y, posteriormente, por la red de carreteras de la Administración central hasta Astorga y Ponferrada.

En el tramo burgalés el desdoblamiento por el trazado más corto hasta Logroño evitará a los viajeros que quieren desplazarse por autovía o autopista el costoso recorrido (en tiempo y dinero) hasta Miranda de Ebro, con el consiguiente aumento de kilómetros y el pago del peaje.

La A-12 discurrirá, así, por un trayecto similar al de la actual carretera nacional, que sortea el puerto de La Pedraja, y los propios caminos de tierra que conforman la Ruta Jacobea. Pero la necesidad de esta autovía entre Burgos y Logroño estriba en que es el único tramo de toda la A-12 que está aún sin desdoblar, ya que la doble calzada arranca a siete kilómetros de Santo Domingo de la Calzada, ya en tierras riojanas, llega hasta Logroño y continúa hasta Pamplona. De ahí que tanto el Gobierno de La Rioja como el de Navarra, junto con el de Castilla y León, hayan presionado al Ministerio para que complete la autovía. De momento, en su recorrido burgalés, ya hay un primer tramo con máquinas, Burgos-Ibeas de Juarros. Otros dos están pendientes de licitación y un tercero en redacción de proyecto.

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