Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Apaga y vámonos

«El carbón lleva muriéndose demasiado tiempo -o estaba muerto ya- y los políticos únicamente se acuerdan en Europa y cuando ochenta trabajadores se quedan sin empleo»

GUILLERMO GARABITO

Se nos está yendo de las manos lo de las eléctricas y cuando llega el recibo de la luz me siento un poco como Chávez, un poco como Pablo Iglesias en la intimidad, y murmuro entre dientes y no poca resignación un «¡exprópiese!» que me da la vida hasta el recibo siguiente. Algo así debió escucharse en el despacho de Juan Vicente Herrera al enterarse de que Iberdrola cerraba la central térmica de Velilla del Río Carrión, que por otro lado es la crónica de una muerte anunciada. El carbón lleva muriéndose demasiado tiempo -o estaba muerto ya- y los políticos únicamente se acuerdan en Europa y cuando ochenta trabajadores se quedan sin empleo.

Hablar mal de carbón en Castilla y León es poco menos que herejía. Para estas cosas somos de blancos o negros. Están quienes lo defienden y el resto, si no lo protegen, pues será que lo critican. Salió el ministro Nadal a decir que el carbón es muy bonito y que sin el carbón en el mix energético la luz subiría, irremediablemente, en torno al 15%. Pero la luz, diga lo que diga el ministro y con carbón o sin carbón, siempre sube.

Central térmica de Velilla, que Iberdrola ha anunciado que cerrará ICAL

Ante el electroshock, Herrera concluyó que había compañías eléctricas con «poco corazón», como si fuera un gran descubrimiento. Eso ya lo sabía el españolito de clase media y nos reafirmamos cada vez que llega la factura de la luz.

El horizonte máximo para las térmicas es 2030 según informes europeos, pero para eso quedan doce años y tres legislaturas. Y ya se sabe que el político sólo debe pensar en las siguientes elecciones. Buscar un nuevo modelo económico para las cuencas y demás zonas afectadas requiere más de cuatro años e ideas. Pero es más cómodo, como el verso de Rubén Darío, «ser sin rumbo cierto… / Y no saber adónde vamos».

Aquí somos de ponernos con los problemas cuando ya no queda nadie a quien le afecten, que por otro lado es una forma maravillosa de solucionarlos.

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