Antonio Piedra - No somos nadie

La X

«Creo que, con una simple verónica, se zurcen muchas necesidades, incluso en Cáritas»

Antonio Piedra
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Hoy domingo, sigue la polémica que, con toda su buena fe se sacó de la sotana, o del alza cuellos, don Rubén Gudino, secretario de Cáritas en Salamanca. El jefe de la ONG diocesana, que como organización humanitaria se nutre de la equis sistemática que ponemos en la declaración de la renta todo tipo de españoles -creyentes, agnósticos, ateos, gentes de buen vivir, y de arrepentidos que tanto quiere Dios-, consideró oportuno aplicar la «misericordina» que expide Francisco I desde la farmacia Vaticana con gran eficacia en el jubileo de la misericordia. Nada que objetar. He aquí el hecho mondo y lirondo. Un grupo de jóvenes, miembros de la asociación «Juventud Taurina», acordaron donar a Cáritas cierta cantidad de dinero con fines altruistas.

¡Oh feliz simplicidad!, que dijo Servet en la pira de Ginebra. En mala hora se les ocurrió ejercer una obra de caridad tan dudosa. Cosa de jóvenes inexpertos. La Iglesia que dirige Francisco I tiene bien claro -y razones teológicas, proféticas o políticas tendrá la Santa Madre Iglesia- que la catolicidad se expresa hoy con santas novedades trasversales. Por ejemplo, afirma Su Santidad en recientes manifestaciones que «son los comunistas los que piensan como los cristianos», que son los curas que cuelgan el hábito para casarse quienes, oh dolor, «han vivido meses y años de incertidumbres y dudas», y que son los protestantes hermanos auténticos a los que hay que pedir perdón por la historia pasada. Muchos no comprenden este galimatías. Qué le vamos a hacer.

Don Rubén Gudino, tiene sus razones -quizás sacadas directamente de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino- para rechazar de plano la generosidad de los jóvenes de Salamanca. Según expresión del dirigente de Cáritas porque «la donación puede molestar la sensibilidad de nuestros donantes, pues el mundo de los toros a día de hoy está criticado». Textual. Algo chocante, pues recientemente la sensibilidad del Tribunal Constitucional ha rechazado de plano razones semejantes con argumentación jurídica. La salida de tono ha tenido una discrepancia en la misma COPE -la emisora del Episcopado- en labios de su locutor más mediático: «Tontos hay en todas partes, hasta en la casa de uno».

Yo no digo tanto, porque en cada casa, efectivamente, hay lo suyo y en la propia ni comento porque las calderadas rebosan. Pero creo que, con una simple verónica, se zurcen muchas necesidades, incluso en Cáritas. Tampoco es menos cierto que en estos momentos sobran ministros de Gracia y Justicia que, al modo de Romero Robledo en tiempos de Alfonso XII, se despachaba de este modo tan insensato: «Obispos hago yo cuantos quiero, y Lagartijos no hay más que uno y nadie podrá hacer otro». Tampoco la peineta de don Rubén Gudino. Razón: la equis en la casilla de la próxima declaración de la renta pondrá a cada uno en su sitio.

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